El país del viento (fragmento)Sylvia Iparraguirre
El país del viento (fragmento)

"Puso agua en el jarro y vertió yerba en el agua. Contento, esperó; quién sabe a la mañana siguiente ya estaba el barco en la costa. El mate cocido caliente fue lo mejor que le pasó a Novello desde que se quedó solo en la isla. Le tendió el jarro al preso. Un momento después, como si recordara algo urgente que hacer, sacó el reloj: eran las seis de la tarde. El rugido cóncavo del viento anunció la descarga. Ya se viene, pensó. Desenvolvió el pañuelo sucio e inspeccionó la herida de la mano. No le gustó nada su aspecto.
Con un aullido salvaje, se desató la tormenta. Un vendaval de lluvia y viento golpeó el casco que se sacudió con furia, mostrando que era por completo insuficiente. Novello tiritaba tratando de que el fuego se mantuviera encendido. Las oleadas de frío se hicieron cada vez más intensas y salían de las mismas paredes de la cueva. En algún momento de la noche, Novello dejó de sentir los pies. Mucho más tarde, al menos así le pareció, el preso se sentó a su lado apoyándose contra él. Con las manos atadas alineó la frazada y la manta y cubrió las dos espaldas. Los cuerpos juntos produjeron algo más de calor. Afuera parecía que la isla entera explotaba. Novello sepultó la cara entre los brazos cruzados sobre las rodillas y desde allí espió el pedazo de bote que temblaba como una hoja en el huracán, como una puerta de cartón sacudida de sus bisagras. Si el bote se volaba, eran hombres muertos, pensó confusamente y sin demasiada alarma mientras su cuerpo se iba acalambrando, y él se dormía, se hundía lentamente en la oscuridad. Alguien le sacudió el hombro y apenas pudo levantar la cara. En los ojos hundidos, Novello vio el reflejo del fuego que se extinguía. El hombre le mostraba las manos. Novello no sentía el cuerpo; el sueño lo invadía de manera irresistible. "



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