Los horrores de la Siberia (fragmento)Emilio Salgari
Los horrores de la Siberia (fragmento)

"En cuanto a Dimitri, apenas disparó se unió a María y al cochero, que aguardaban bajo la bóveda de hielo.
Como se comprenderá, la caída que sufrieron por el barranco no había tenido consecuencias.
Empujados por la violencia de la carrera, habían caído en medio de la nieve, blanda a la sazón, y que, por tanto, amortiguó mucho la fuerza del golpe.
Los caballos, en cambio, fueron a caer casi a plomo junto a la orilla del río, lo que fue una suerte, pues de otro modo hubieran aplastado con sus cuerpos al cochero y a sus amos.
Dimitri no perdió la serenidad, y temiendo que los cosacos llegaran de un momento a otro a los bordes de la rotura y les hicieran fuego, pensó en seguida en poner a salvo a María Federowna.
Agarró entre sus robustos brazos a su joven ama y la condujo a un repliegue que formaba una especie de galería de hielo, y después libró a sus caballos, que pataleaban enredados en las correas, haciéndoles huir a lo largo de la orilla del río.
No quería perder a aquellos útiles trotadores, de los cuales esperaba obtener aún muy buenos servicios, tanto más cuanto que en la caída habían sufrido también muy poco, pues ya hemos dicho que la capa de nieve era en aquel sitio muy espesa y blanda.
El cochero, que sólo había sufrido contusiones de poca importancia, apenas se puso en pie cogió las armas y se unió a sus compañeros.
Todo esto se había hecho tan rápidamente que cuando llegaron los cosacos al borde de la cortadura sólo hallaron el coche, demasiado pesado para que hubieran podido quitarle de en medio.
Dimitri, después de convencerse de que María no estaba herida, se puso al acecho, y ya hemos visto cómo puso fuera de combate al pobre Otao. "



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