Relatos egipcios sobre la providencia (fragmento)Sinesio de Cirene
Relatos egipcios sobre la providencia (fragmento)

"En cambio, el mayor, Tifón, era, en una palabra, siniestro en todo. Cualquier clase de sabiduría, tanto la de
los egipcios como la de las tierras allende sus fronteras
—maestros de estas ciencias había puesto el rey al lado de su hijo Osiris—, él la odiaba con toda su alma y se reía de ella como de una ocupación inútil que esclavizara la mente. Al observar que su hermano iba y venía con un comportamiento ordenado y que su existencia estaba presidida por una respetuosa modestia, pensaba que eso no era sino miedo, por el hecho de que nadie lo había visto pelear con los puños, ni saltar con sus piernas, ni correr sin compostura, y eso que era ágil y enjuto y aun siendo su cuerpo no más que un fardo ligero que envolvía su alma. Por otra parte, Osiris ni «bebía con avidez» ni «estallaba en carcajadas», como para que la risa estremeciera todo su cuerpo, lo que sí hacía diariamente Tifón, considerando que eso era lo único propio de los que son
libres, o sea, realizar cualquier cosa que uno llegara a querer. En su carácter natural no se mostraba comparable con los de su familia ni con ningún hombre en absoluto y, para decirlo de una vez, ni siquiera se asemejaba a sí mismo, sino que constituía un conglomerado de males de todo tipo. En ocasiones, acaso pareció ser un flojo, una carga inútil de la tierra, apartándose del sueño lo justo para llenarse la panza y abarrotarse de diferentes provisiones para volverse a dormir. En otras, se despreocupaba hasta de las necesidades naturales más comunes para brincar descompasadamente y ocasionarles problemas a sus coetáneos y a los de más edad. Admiraba la fuerza corporal como el bien más perfecto, aunque se servía de ella de mala manera, para derribar puertas y lanzar bolas de tierra, y, si a alguno le causaba una herida o cualquier otro mal, se alegraba como si eso fuera un testimonio de su valía. "



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