Cosas aparentemente intrascendentes (fragmento)Pere Calders
Cosas aparentemente intrascendentes (fragmento)

"Durante mucho tiempo viví en una pensión cerca del puerto. La familia que la regentaba llegó a tenerme mucho afecto, y cuando les dije que me tenía que ir a Bratislava por razones policiales la señora de la casa me dijo: —Déjenos un retrato suyo. Lo pondremos sobre el piano y así lo podremos añorar más a gusto.
Yo le dije que no tenía ninguno, que nunca había sido partidario de hacerme retratar, pero la dama insistió: —Hágase hacer uno. Aunque no tenga ninguna importancia. Una cosa sencillita, ¿sabe? Sólo para conservar la fisonomía.
Realmente era tan simple complacerla y yo le debía tantas cosas que no se pueden contar, que aquella tarde me encontraba haciendo antesala en casa de un fotógrafo de barriada.
Cuando me tocó el turno, expliqué que quería un retrato pequeño, barato, y que cuanto antes lo termináramos mejor. Procuré hacerle entender que la mirada de la máquina me producía desconcierto y que si fuera posible hacer retratos con anestesia yo sería adepto.
Me dispuso, movió la mano y me dijo que mirara el objetivo, que saldría un pajarito. Esto, naturalmente, siempre despierta interés, y, mientras miraba con los ojos bien abiertos para no perderme detalle, el hombre apretó un botón y una pera de goma que había al costado de la máquina.
Entonces, las cosas cogieron un aire de grandeza aterrador. A mi derecha, la llamarada del magnesio pareció que llevara un trozo de cielo estival al cuarto; yo pegué un salto de persona bien alimentada, para protegerme detrás de la máquina, y desde allí vi cómo la llama había encendido una cortina de terciopelo negro. El fuego se contagió a los muebles y al cabo de cinco minutos quemaba toda la casa, de la cual el artista y yo escapamos de milagro. "



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