Principium sapientiae (fragmento)F.M. Cornford
Principium sapientiae (fragmento)

"Samuel dijo a Saúl que sus asnas habían sido encontradas; Eliseo comunicó al rey de Israel cuantas palabras pronunciara el rey de Siria en su dormitorio. Una gran parte de la literatura didáctica adopta la forma de una contienda en la que dos videntes o bien dos sabios o poetas se desafían mutuamente a realizar una exhibición de su conocimiento o de sus poderes de adivinación. En la Melampodia, atribuida a Hesíodo, Calcante pregunta a Mopso cuántos higos hay en un árbol determinado. Entonces Mopso dio el número correcto y Calcante murió como consecuencia de su derrota. De un modo similar, el Mahabharata nos cuenta cómo un rey (y no un brahmán) fue capaz de establecer el número exacto de hojas y frutos de un árbol cuando pasaba por delante de él montado en su carro. Se decía que Apolo, aunque fingía buscar siempre el consejo del sabio Centauro, era conocedor no sólo de lo que acaecía y cuándo tendría lugar, sino también del número de hojas que brotaban en primavera, así como de la cantidad de granos de arena existentes a orillas del mar y de los ríos. La contienda entre Homero y Hesíodo, aunque sea una manifestación tardía, pertenece a esta forma tradicional, como también sucede posteriormente en el caso de la competición entablada entre los trágicos ya desaparecidos en las Ranas de Aristófanes, y quizá también en las contiendas musicales y poéticas que tenían lugar en las grandes fiestas.
Sin embargo, en general, la obligación práctica más importante del vidente era prever el futuro o, en el caso de no poder hacerlo intuitivamente, inferir las intenciones de los dioses interpretando sus signos y presagios. Esta es la pseudociencia consistente en ofrecer augurios a los que Platón y, en general, los antiguos, distinguían claramente del ejercicio de la adivinación intuitiva o inspirada. Se considera un procedimiento racional de hacer inferencias o conjeturas comparable a la tarea de descifrar un mensaje codificado. La filosofía natural tenía que entrar necesariamente en conflicto con las pretensiones del vidente. "



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