Los pueblos (fragmento) Azorín
Los pueblos (fragmento)

"Este es el momento en que el hombre insigne, sentado bajo el ancho parral, oreado por la brisa fresca del crepúsculo propincuo; este es el momento en que vive enteramente esta vida que se le escapa. Su alma se funde con el alma de la Naturaleza entera; una sonrisa asoma a sus labios, y de sus ojos grandes, claros, desaparece el espanto infantil que los velaba. ¿Diré que la Naturaleza no puede ser sentida en todas las épocas de nuestra vida, ni, aun teniendo el ánimo propicio a ello, siempre que nosotros queremos? Un poeta o un pintor noveles pueden darnos una sensación intensa de las cosas; pero no llegaréis a sentir la completa e inexpresable fusión con la energía universal sino sólo cuando hayáis trafagado mucho por el mundo y os hayáis saciado de sus satisfacciones, o cuando una abrumadora catástrofe moral haya caído sobre vuestro espíritu y lo haya limpiado de deseos, vanidades o concupiscencias, o acaso al salir de una larga e incierta enfermedad que os ha mostrado abierto ante vuestras miradas el eterno vacío... El grande hombre ha pasado por todos estos trances; y he aquí cómo sus ojos contemplan ávidos los árboles verdes y las lejanas montañas zarcas, y el agua que discurre con gorgoteos sonoros por ancho azarbe, y los pájaros que cruzan aleteando presurosos. Un grupo de amigos del pueblo y de admiradores, venidos para verle un instante, le rodea. Y él habla, y habla, y habla mientras la tarabilla del molino tecletea con sus golpes inacabables, y en el cielo comienzan a parpadear las primeras estrellas. Y ya las campanadas del «Ángelus» han sonado; la comitiva regresa al pueblo. "


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