Uno mismo y los otros (fragmento)Josep Maria Esquirol
Uno mismo y los otros (fragmento)

"Desde el psicoanálisis, por ejemplo, se apela al océano del inconsciente, de tal forma que la extrañeza se diluye en las aguas profundas, en un oscuro recinto en el que resuenan las voces de los antepasados y de tensiones inconfesadas. Pero, esta extrañeza interior también podría interpretarse como una expresión de lo infinito en nosotros –de Dios en nosotros– o, simplemente, por no aventurar más de la cuenta, de una alteridad irreductible constitutiva de uno mismo. En esta dirección trabajan, aunque con parámetros y estilos distintos, Ricoeur y Lévinas. Ricoeur inicia su reflexión sobre la alteridad a partir de una distinción previa relativa a la identidad propia. Distingue, así, entre la identidad en sentido ipse y la identidad en sentido ídem, entre ipseidad y mismidad, respectivamente. La mismidad refiere a una especie de permanencia en el tiempo (que tendría como opuestos el cambio y la variación) mientras que la ipseidad refiere a una especie de autoimplicación. Pues bien, apenas iniciado su estudio, Ricoeur advierte que lo que quiere expresar cuando en el título de su obra habla de alteridad es una alteridad en relación con la ipseidad, no en relación con la mismidad. Soi-même comme un autre sugiere que la ipseidad del sí-mismo implica la alteridad a nivel muy íntimo: «Al “como” quisiéramos –explica Ricoeur– darle el significado fuerte, no sólo de una comparación –uno mismo parecido a otro–, sino, más bien de una implicación: uno mismo en tanto... otro». La hipótesis de Ricoeur es que la alteridad no se sobrepone a la ipseidad desde fuera, sino que le pertenece de forma constitutiva; que en la ipseidad se encuentra intrínsecamente la alteridad; que la ipseidad es, a la vez, alteridad.
Pues bien, recogiendo y a la vez criticando la analítica heideggeriana, Ricoeur –acercándose a Lévinas– considera que Heidegger ha ontologizado la idea de la deuda menospreciando su dimensión ética, ignorando que escuchar la voz de la conciencia significa estar atado por el Otro. Sin embargo –separándose aquí de Lévinas–, Ricoeur no reduce toda alteridad a exterioridad: A la reducción, característica de la filosofía de M. Heidegger, del ser deudor a la extrañeza ligada a la facticidad del ser en el mundo, E. Lévinas opone una reducción simétrica de la alteridad de la conciencia a la exterioridad del otro manifiesta en su rostro. En este sentido, no hay en Lévinas ninguna otra modalidad de alteridad que esta exterioridad. El modelo de toda alteridad es otro. A la alternativa: sea la extrañeza según Heidegger, sea la exterioridad según E. Lévinas, opondría con obstinación el carácter original y originario de lo que constituye la tercera modalidad de alteridad, es decir, el ser-intimado [l’ êtreenjoint] en tanto que estructura de la ipseidad.
Finalmente, Ricoeur apuesta por mantener, dentro del discurso aún filosófico, la equivocidad del Otro, fuente de la intimación (injoction): otro yo, mis antepasados, Dios o una plaza vacía. «Sobre esta aporía del Otro, el discurso filosófico se detiene». "



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