El libro de las parábolas (fragmento)Per Olov Enquist
El libro de las parábolas (fragmento)

"El hombre vivía en un pequeño pueblo y pertenecía a los Testigos de Jehová. No sólo él, sino también su mujer y sus hijos. Y los Testigos de Jehová eran una congregación bastante estricta, y con gran fortaleza de fe. Nada se cuestionaba, y no se abandonaba la comunidad impunemente. Y el hombre que escribió aquella carta había visto esa obra de teatro sobre el colapso del fundamentalismo comunista, y había empezado a cavilar sobre su propio credo, y sobre la congregación, y el fundamentalismo que reinaba en ella. ¿No se trataba de un comportamiento sectario que prescindía de la razón?
Y de la conciencia.
¿Debería ese hombre anteponer ahora su conciencia? ¿A su convicción religiosa ya establecida? Además, era bien conocido que el autor de la pieza dramática había formado parte del movimiento evangélico del despertar religioso en su juventud, y había sido un devoto creyente: un hombre, por tanto, que no había sido mudo en su fe. Sino más bien de una fe desbordante. Y había pasado algún que otro mes después de que el aparato televisivo irradiara la obra, y el hombre de Norsjö, entre oraciones y suspiros, había deliberado, y se había armado de valor para contarle a la congregación que había visto una pieza sobre el fundamentalismo y la conciencia, y que la había escrito el unánimemente respetado escritor. Y que ahora su conciencia le había llevado a reflexionar.
La razón le había dictado que hasta ese momento había vivido en una secta, pero ahora quería decir no, se acabó. Y lo expulsaron, tanto de la congregación como de la familia. Esposa, padres e hijos. Y se vio obligado a abandonar su casa, prácticamente sin un céntimo en el bolsillo.
Ahora vivía solo. En Estocolmo.
Toda su vida se había hecho añicos, pero estaba en paz con su conciencia. "



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