La insurrección invisible de un millón de mentes (fragmento)Alexander Trocchi
La insurrección invisible de un millón de mentes (fragmento)

"Ella no sabía que Fidler fuese un hombre inteligente. Hasta hoy había sido la persona de la oficina de la que ella tenía menor idea. Calculaba que esa era la razón por la que nunca le había desagradado en un sentido estricto. El resto era insufrible, ¡cielos! A veces pudo haber gritado. Él parecía estar atado en cuerpo y alma a su trabajo. ¿Para qué? Para tal vez nueve libras a la semana. Dos veces lo que ella ganaba. Era puñeteramente injusto. Por supuesto él se había pasado en el puñetero sitio un desconocido número de años. Tuvo que haber llegado ahí nada más salir de la escuela. Vivía con su madre y su hermana, dijo él, y parecía que la envidiaba por vivir sola. Y él todavía no parecía tocado por todo ello, así que aquello se infería por el modo en que hablaba. Apuesto a que se lo inventó, pensó ella, y luego sonrió cuando se acordó de haberle contado la historia del hombre del cual ella sabía que le había partido un rayo. Al instante, dijo ella. Lo leyó en el periódico. La muerte fue instantánea. Una copa venía bien, pensaba ella. Uno se ponía a hablar. Un hombre delgado de cuarenta y cinco corría al frente de la columna. Ella imaginaba el pequeño sonido de la bala en el desfiladero, y el hombre, el comandante Lanelly, perdiendo el equilibrio. Tres lanceros bengalíes. ¿Le creía Fidler? Ella tendría que acordarse de ponerse otra media mañana, encontrar la que encajase. La había gastado con la escalera en tres días. "


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