La luna ha entrado en casa (fragmento)José Félix Tapia
La luna ha entrado en casa (fragmento)

"La perniciosidad de la Balta, pues, no estaba en ella sino en el egoísmo de la tía Sole que la retenía por evitar el devenir agorero de las desgracias que con su falta acarrearía; en la perturbación de Etelvina, aprovechando su embotada mentalidad para mejor ocultación de sus fechorías. Luego, cuando una noche como ésta les daba un susto, era su acusación que se levantaba delatándolas por su falta de caridad.
Por fin, rompía ya la lividez del cielo, asomando un claror por entre las nubes. Amanecía. Al crepúsculo, entreví la representación iconográfica de la Luna, que era preciosamente bella. No era aquella tan ingenua de la Mitología que dice que va en un carro, tirado por dos caballos, uno blanco y otro negro. No, aquí Diana se escondía por entre los montes de la obscuridad a la marcha de un carro tirado por unos bueyes lentos, a la vez que por el otro lado ascendía Phaetón en su cabalgata solar. La relación plástica de Miguel Ángel para su grupo estatuario de Lorenzo de Médicis, puso en la sacristía de San Lorenzo en Florencia a esta dulce joven, maciza como todas sus obras, entrevelada, con su frente presidida por una estrella y una copa con la que vierte frescas gotas de rocío.
Estaba, pues, despertando la ciudad. Sonó una sirena de una fábrica lejana. Mi imaginación paró de coherir, al refilón de la Aurora. Destrabadas las conexiones de las neuronas, soñaba ahora, y me veía perfectamente: estaba en Milán y entraba en una sastrería a comprarme una corbata. Las cosas absurdas de los sueños, puesto que yo no había visto del Duomo, más que fototipias mal reproducidas. Pero el sueño con toda su baraúnda de imágenes unas percibidas, otras creadas, era así. Asociaciones, voliciones y no digo que «libidos» como Freud, pero sí algunas extrañas sugerencias. "



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