Un gusto a almendras amargas (fragmento)Hella Haasse
Un gusto a almendras amargas (fragmento)

"Seguí sentado, apoyado contra el muro recalentado, observando el gentío en el camino y entre los monumentos y edificios que no habían sido declarados «contaminados» por su pasado supuestamente pagano !Munera! !Munera! A menudo me recorría un escalofrío por la espalda cuando, durante un número de gladiadores en la arena, se hacía ese silencio inhumano y sepulcral justo antes del golpe de gracia. Un público de diez mil espectadores contenía el aliento y estiraba el cuello mientras en la arena sucia y removida se formaba lentamente la última mancha de sangre. El miedo y la pasión, más antiguos que el más antiguo de los recuerdos, flotaban por el anfiteatro. Una vez más, un sacrificio expiatorio ofrendado junto a una tumba abierta, una vez más un derecho de paso pagado a las fuerzas del más allá, esas que nunca se nombran, y, ¡aquí no ha pasado nada! Las autoridades prohibieron el derramamiento de sangre como diversión pública, pero su religión habla de la salvación a través de la continua adoración de la sangre y el sufrimiento de una víctima genuina. A veces me pregunto qué lleva a la mayoría de los cristianos a poner en práctica sus ritos: la cuestión de la igualdad de todas las almas ante Dios, sobre la que predicó su solitario profeta o, quizás, la atracción casi morbosa del martirio. Nadie puede acordarse ya. Han transcurrido muchas generaciones, más de cien años, desde que por última vez se ejecutaron a cristianos por sus creencias, pero todos aquellos que estábamos acostumbrados a acudir a las luchas de gladiadores antes de la prohibición de Honorio reconocemos por propia experiencia ese ambiente electrizado por la agonía y la sed de sangre cuando, por un breve instante, los que van a morir y los que lo van a presenciar son uno. Los dignatarios cristianos de la corte que se abalanzaron sobre Estilicón cumpliendo órdenes de Honorio, mientras aquél se aferraba al altar del crucificado (según me contaron), no ejecutaron de un modo controlado y distante una sentencia, tampoco se vengaron como posesos, más bien presentaron un sacrificio prohibido con delectación. "


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