Todos tienen razón (fragmento) "Hasta hace diez minutos no quería únicamente mi vida, sino también la de todos los demás. Una glotonería solemne, para sumergirme hasta el fondo en el dolor y en el placer, en el orden y en la confusión. Quería la vida de todos los demás, ser un cangrejo ermitaño que tiene que sumar puntos. Ahora uno se tambalea en una mediocridad que, no obstante, ya no soy capaz de despreciar. Ahora me veo reducido a la mínima expresión de mí mismo. Pero estoy vivo todavía. Que no es poco. Nápoles, los gritos, mis semejantes, odiados y amados hasta hace pocos instantes, todo se me aparece distante. Como una pecera cuyo propietario no limpia desde hace años. Estoy perdiendo lo que es natural, algo que no te enseña nadie, sino que simplemente se reproduce: estoy perdiendo el sentimiento de pertenencia. Esto es lo que me está pasando, coño. Por fin se me aclara algo por debajo de los altiplanos de polvo blanco que tengo en la cabeza. He identificado el problema y en el preciso momento en que lo he enfocado bien me atraviesa un vértigo sensacional. Un mundo nuevo. Se abren, de repente, océanos de perspectivas. No hay ansiedad en este vértigo, no hay preocupación. Las cosas se hacen, como pocas veces en esta mierda de vida mía, elementales. Una sucesión lógica bulle ahora. ¿Has perdido el sentimiento de pertenencia con todo lo que era decisivo? Muy bien, pues es hora de encontrar otro. Otro lugar, otras caras, otra vida. Cuatro liras ahorradas las tengo. Las tenía guardadas en el banco para arreglarme la boca y hacerme un lifting. Qué le vamos a hacer: puentes y cápsulas tendrán que esperar todavía un poco más. Ya no partiremos las avellanas con cáscara y miraremos circunspectos el turrón que tanto me gusta. Qué significan una dentadura nueva y una cara lisa en comparación con la posibilidad clara y apasionante de señalar con un dedo en un mapamundi y decir: a tomar por culo el antes, ahora me voy exactamente aquí. Y todo será algo nuevo. Jesús, me está asaltando una excitación infantil, como cuando mi tío me llevó a pescar por primera vez al canal de Procida, junto a sus amigos, de los que todavía me acuerdo como si fuera ayer, y cualquier cosa de las que decían tenía el sabor de la simpatía y de la carcajada. Un niño nunca ha pedido nada más que una carcajada junto a los adultos. Te sientes otro. Te sientes realizado. Es eso lo que quiere el niño. La realización antes de lo previsto. Ventaja neta sobre los demás niños. Las competiciones de los niños desconocen la tregua. Se dan en ciclos continuos, como los turnos en los hospitales. " epdlp.com |