Discurso sobre la educación física y moral de las mujeres (fragmento)Josefa Amar y Borbón
Discurso sobre la educación física y moral de las mujeres (fragmento)

"La instrucción cristiana es tan necesaria a las niñas como a los niños, porque ni los preceptos del Decálogo, ni las leyes Evangélicas hacen la menor distinción en este particular. Del mismo modo hablan con las mujeres que con los hombres. Es cierto que no tienen precisión de saber los arcanos de la Teología, ni las decisiones de los Concilios; pero deben servir a Dios, conocerle en cuanto sea posible y necesario para rendirle una justa adoración y obediencia, guardar los mandamientos, practicar las virtudes, huir de los vicios, y trabajar en su propia santificación en cualquier estado y circunstancias en que se hallen. Para todo esto es conveniente ir dirigiendo poco a poco su entendimiento, a fin de que conozcan lo primero la existencia de un Dios creador de todos los hombres y de todas las cosas. Los niños son curiosos; y es regular que excitando su admiración por este medio, pregunten luego dónde está Dios, y cómo es. Entonces corresponde enseñarles, que no sería tan grande y tan omnipotente si no fuese incomprensible; y por consiguiente, que siendo infinitamente superior a nuestra capacidad, no se pueda hallar comparación justa; pero que se puede formar algún conocimiento, aunque siempre limitado, por las obras de sus manos, como por ejemplo la inmensidad y hermosura de los cielos, multitud de estrellas, claridad del sol y de la luna, extensión del mar y de la tierra; por las innumerables producciones de animales y de frutos, siempre los mismos en sus cualidades, no obstante su continua reproducción; por la variedad de los rostros de los hombres, sin embargo de que todos constan de unas mismas partes; y por otras innumerables señales que acreditan la existencia y poder de Dios. Bosquejada de este modo su grandeza, se sigue después dar noticia de los beneficios generales y comunes que ha hecho a todos los hombres; como son los de la creación, redención y conservación; y luego los particulares que cada uno ha recibido; es decir, el nacimiento ilustre, las riquezas, la salud, la buena formación de su cuerpo, el ingenio, etc. Como todas las cosas se conocen mejor por comparación, vendrá bien cuando se hable de esto decir a las niñas que aunque todas las criaturas deben mucho a Dios, hay unas más favorecidas que otras, para que si fuesen de este número se avive más su reconocimiento. Explicada de la manera posible la grandeza de Dios y sus inmensos beneficios, es una consecuencia inmediata tratar de sus leyes, que son los mandamientos, y de la adoración que se le debe interior y exterior: la interior en la pureza y rectitud de intención en todas las acciones, y en la sujeción voluntaria del entendimiento hasta en aquellos misterios que no comprendemos; la exterior en la práctica de las virtudes, que nos manda expresamente ejercitar, y en la separación y abstinencia de las cosas que prohíbe. Esta instrucción es preciso irla aumentando y extendiendo a proporción de la edad y de los progresos que hace la razón, para que de este modo pueda resistir a los primeros combates de la malicia, cuando quiera borrar estas semillas de virtud. "


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