Memorias de un burro (fragmento) Condesa de Ségur
Memorias de un burro (fragmento)

"Otra vez vi tendida su ropa a secar; cogí las prendas una por una, con los dientes, y las tiré en el estercolero. Nadie me vio. Cuando el ama no encontró su ropa blanca, y después de haberla buscado por todas partes, la halló entre la basura, le entró un furor espantoso; pegó a la criada, la cual pegó a los chicos, y éstos pegaron a los gatos, a los perros, a los terneros y a los corderos. Se armó una barahúnda encantadora para mí, porque todos chillaban, juraban y rabiaban. Esa fue otra velada bien divertida para Medor y para mí.
Reflexionando en todas estas maldades, me las he reprochado sinceramente, porque era vengarme sobre los inocentes de las faltas de los culpables. Medor me censuraba algunas veces y me aconsejaba más indulgencia; pero yo no le escuchaba y me volvía cada vez más malo; bien castigado estuve, como se verá más adelante.
Un día, día de duelo, un señor que pasaba vio a Medor, lo llamó, lo acarició; después fue a hablar con el amo y se lo compró en cien francos. El hombre, que creía tener un perro de poco valor, estaba encantado. Mi pobre amigo fue atado con una cuerda y conducido por su nuevo dueño; me miró con aire dolorido; yo corrí por todos lados para buscar una salida por la empalizada, pero todas las brechas estaban tapadas; no tuve siquiera el consuelo de recibir los adioses de mi querido Medor.
Desde ese día, me aburrí mortalmente; poco tiempo después ocurrió lo del mercado y mi fuga al bosque de Saint-Evroult. Durante los años que siguieron a esta aventura, yo me acordaba a veces de mi amigo, deseando encontrarle; pero ¿dónde buscar? "



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