Mi querido enemigo (fragmento)Jane Webster
Mi querido enemigo (fragmento)

"El señor Percy de Forest Witherspoon permanece fiel a sus pequeños secuaces, aunque me preocupa tanto que se canse y se aburra que le apremio constantemente para que se tome vacaciones frecuentes. No sólo ha permanecido fiel él mismo, sino que ha traído otros reclutas. En la vecindad tiene muchas relaciones sociales, y el sábado pasado por la noche nos trajo dos amigos jóvenes muy simpáticos que se ubicaron en torno a la fogata del campamento y cambiaban anécdotas de caza.
Uno de ellos acababa de regresar de un viaje alrededor del mundo, y relataba historias escalofriantes sobre los cazadores de cabezas de Sarawak, una comarca angosta situada por encima de Borneo. Todos mis pequeños guerreros pieles rojas anhelan llegar a grandes para ir a Sarawak a librar la guerra santa contra los horribles cazadores de cabezas. Ya se han consultado cuantas enciclopedias hay en el instituto, y no hay un chico aquí que no te pueda relatar al dedillo la historia, maneras, clima, flora y fungosidad de Borneo. Lo único que lamento es que los amigos del señor Witherspoon no hayan estado libran­do guerras contra cazadores de cabezas en Inglaterra, Francia y Alemania, cuyos países no serán tan chic como Sarawak, pero son más útiles para la cultura en general.
Tenemos una cocinera nueva, la cuarta desde mi reinado en ésta. Aunque nunca te he molestado con el relato de mis tri­bulaciones culinarias, puedo asegurarte que las instituciones, como las casas de familia, tampoco escapan a esos problemas. La última es una mujer negra; una inmensa criatura color cho­colate, grandota, gorda y sonriente, oriunda de Carolina del Sur. Desde que llegó ella, nuestra alimentación es un bálsa­mo y consuelo celestial. Su nombre es -¿a que no adivinas?- Sallie, si te place. Le pedí que lo cambiara. Con una ancha sonrisa que abarca de una oreja a la otra, me replicó: "Quita d'aí niña, yo yevo ese nome Sallie mucho más tiempo que usté, y me sería mu difícil acostumbrarme a contesta enseguía cuan me yaman con otro nome como Mollie. Me paese que Sallie es el único nome pa mí".
A eso no hubo nada que refutar, de modo que "Sallie" se queda; pero menos mal que no hay peligro de que nos con­fundan la correspondencia, porque el apellido de ella no es nada tan plebeyo como McBride. Ella es Johnston-Washington, con un guion. "



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