La gente blanca (fragmento)Arthur Machen
La gente blanca (fragmento)

"Sabía mucho mejor al beberla de esa manera, y una ondulación del agua llegó hasta mi boca y la rozó como un beso, y yo me reí, y volví a beber, y me imaginé que era una ninfa como la que aparecía en una vieja ilustración que había en casa, una ninfa que vivía en el agua y me estaba besando. Así que me incliné un poco más sobre el agua, y pegué suavemente mis labios a la superficie, y le susurré a la ninfa que yo iba a venir de nuevo. Estaba segura de que esa no podía ser agua normal y me levanté alegre, caminando de nuevo, y volví a danzar y subí por el valle, bajo colinas escarpadas. Y cuando llegué al otro lado, vi que el suelo se elevaba enfrente de mí, alto y empinado como un muro, y no había nada excepto el verde muro y el cielo. Y pensé en “por los siglos de los siglos hasta el fin de los tiempos, Amén”, y pensé que realmente yo había encontrado el fin de los tiempos, porque eso era como el final de todo, como si no pudiera haber nada más allá, excepto el reino de Voor, donde la luz se apaga cuando alguien la quita, y el agua desaparece cuando el sol se la lleva. Comencé a pensar en el largo, largo camino que había recorrido, cómo había encontrado un arroyo y lo había seguido, y luego había atravesado los arbustos y matorrales espinosos, y los bosques oscuros llenos de espinas reptantes. Luego me había arrastrado por un túnel bajo los árboles, y escalado unos matorrales, había visto las rocas grises, y me había sentado en el centro cuando todas comenzaron a girar, y luego había seguido a través de las rocas y había bajado hasta el valle a través de otros matorrales punzantes, y luego había subido de nuevo al otro lado del valle oscuro; todo un largo, largo camino. Y me pregunté cómo iba a regresar a casa, y si podría encontrar algún día el camino de regreso, y si mi casa seguiría todavía allí, o si al llegar encontraría a todos convertidos en piedra, como en las “Noches de Arabia”. Me senté en el césped y pensé en lo que iba a hacer. Estaba cansada, y mis pies estaban hinchados de caminar, pero cuando miré alrededor descubrí un pozo justo debajo de los empinados muros de vegetación. Todo el suelo que lo rodeaba estaba cubierto de un musgo brillante y verde, del que brotaban gotas de agua; había musgo de todo tipo ahí, musgos que parecían pequeños helechos, y otros como palmeras y pinos, y todo era verde como piezas de joyería, las gotas de agua colgaban entre ellos como diamantes. Y en el centro estaba el gran pozo, profundo y brillante y bello, tan claro que parecía que se podía tocar la arena roja del fondo, pero estaba muy abajo. Me quedé ahí viendo el fondo del pozo, como si estuviera mirando en un cristal. Ahí los granos de arena se agitaban, moviéndose todo el tiempo, y yo veía cómo el agua hervía ahí en el fondo, pero la superficie estaba lisa y tranquila, lleno el pozo hasta el borde. Era un gran pozo, como una enorme tina, con el musgo brillante alrededor parecía una gran gema blanca, rodeada de adornos verdes. Mis pies estaban tan cansados e hinchados que me quité las botas y las medias, y dejé que mis pies se sumergieran en el agua, el agua era suave y fría, y cuando me levanté ya no estaba cansada; sentí que debía continuar, e ir cada vez más lejos, ver lo que había detrás del muro. Lo escalé muy lentamente, yendo siempre de lado, y cuando llegué hasta arriba y miré al otro lado, observé la región más extraña que yo haya visto, aún más extraña que la colina de las piedras grises. Parecía como si niños humanos hubieran estado jugando allí con sus espátulas, pues era todo colinas y agujeros, castillos y muros hechos de tierra y cubiertos de césped. "


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