Follaje en los ojos (fragmento)José María Rivarola Matto
Follaje en los ojos (fragmento)

"Las picadillas que empalman con la picada maestra, son angostas por lo general y no permiten el tránsito de autovehículos, salvo los tractores que todavía no son usados comúnmente. Allí, las profundas huellas de los carros montados con alzaprimas, dejan la cicatriz primitiva de sus herradas llantas. Las ramazones se entrecruzan en lo alto, atrevidas, lujuriosas, tirando de la savia subterránea para subir y apropiarse de más luz, dejando a sus abatidas congéneres los restos servidos de sus sombras. Uno que otro apagado rayo de sol motea la tierra como mariposa amarilla que va perdiendo el color después del celo.
Era la hora de los pájaros que en bandadas invisibles, ya próximas, ya lejanas, cantaban la alegría de vivir allí donde el hombre no ha podido aplicar la geometría devastadora de su pensamiento. Todo en matices y contrastes, todo en formas diversas, en adaptación permanente, dentro de la libertad que otorga la naturaleza; ni una línea recta; jamás un círculo perfecto; todo desigual y variante; nada como fruto de la abstracción: la vida y la necesidad de vivir, retorcida, atormentada... ¡con su color, con su flor y con su muerte!
Eusebio, educado solamente para el ejercicio intelectual, aun cuando ya hubiese bordeado la selva, percibió en el acto un ambiente hostil a sus hábitos: murmullos no conocidos; una grávida sensación de soledad, de temor y en el desamparo cierto, se reconfortó por instinto, contemplando el sosiego de su débil compañera.
Caminaba con fatiga, demasiado vigilante para estar atento. El barrizal seco, tajado y retajado de las huellas, no permitía el paso acompasado. Los brazos retraídos por la carga no eran eficaces para el equilibrio. Las ramas bajas del follaje le golpeaban la cara y un vórtice de insectos infatigables, zumbadores y voraces, buscaban el área descubierta, la parte de la ropa adherida al cuerpo por efecto del sudor, para saciar su hambre en esta piel fina, aún no curtida.
¿Pensar? ¿Comparar? ¿Prever? Imposible. ¡Adaptarse, avasallado, era la ley!
Había pasado la media mañana cuando llegaron a un lugar donde, talada la espesura baja, el bosque clareaba. Se bifurcaban las huellas, y muy pronto dos perros flacos, sucios, les salieron al encuentro, ladrando poco y gruñendo con selvática ferocidad. "



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