Yo, Julia (fragmento)Santiago Posteguillo
Yo, Julia (fragmento)

"Juliano, pese a todo su dinero, solo resistió como augusto de Roma poco más de dos meses. Dirigir un Imperio se manifestaba como algo más complejo que acumular una fortuna; ser el gobernante más poderoso era algo que iba más allá de ser el hombre más rico. Por otro lado, el mundo estaba cambiando velozmente y muy pocos intuían hacia qué dirección se encaminaba todo. La ciudad de Roma estaba ahora bajo el control férreo de Septimio Severo. Su pacto con Clodio Albino le permitía disponer de cierto sosiego con relación a los movimientos de tropas en la Galia, Britania, el Rin o Hispania, además de todas las provincias danubianas que estaban bajo el control de su hermano Geta. Esto es, la mayor parte del occidente y del centro del Imperio romano estaban bajo su poder. Otra cuestión era Pescenio Nigro en Siria, desplegándose por Arabia, Palestina, toda Asia Menor y hasta Egipto: Nigro no estaba dispuesto a pactar con Severo, y las diez legiones del gobernador de Siria, autoproclamado emperador, constituían una fuerza descomunal que inquietaba a Septimio. No había que olvidar que en la última guerra civil a gran escala que aconteció en el Imperio tras la muerte de Nerón, de entre todos los rivales, el que triunfó fue Vespasiano con el apoyo del ejército romano de Oriente. Era un precedente alarmante.
En el Senado las posiciones estaban divididas: Pescenio Nigro, de origen aristocrático, disponía de muchos apoyos entre los patres conscripti, aunque estos, por temor a las represalias de Septimio, callaban. El propio Severo sabía de esa traición latente hacia su gobierno entre muchos de los miembros de la curia senatorial, pero, por el momento, le preocupaba más la potencia militar de Nigro y no quería abrir un nuevo frente interno realizando una purga de senadores simpatizantes de aquel que pudiera terminar revolviendo a todo el Senado en su contra. Septimio Severo se sabía fuerte, pero no se le escapaba que estaba rodeado por enemigos temibles, fuera y dentro de Roma: Nigro en Oriente, junto con los partos, sus posibles aliados, ansiosos por recuperar territorio; el propio Clodio Albino, de quien no terminaba de fiarse pese a haberlo nombrado césar, y, por último, los senadores favorables a Nigro. "



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