Aniceto o el panorama (fragmento)Louis Aragon
Aniceto o el panorama (fragmento)

"Después cambiaba la escena en la trastienda de un café. Un pescador de ojos negros trajo sobre sus espaldas el cuerpo sin vida de una ahogada. La depositó sobre la mesa, meneó su cabeza y sacó de su bolsillo la fotografía de su novia muerta. Muy conmovido, el marinero, en un momento de extravío, abusó de la que había salvado. Ella reabrió los ojos y reconocieron a Mirabelle.
A partir de este momento, ella fue con un vestido negro. Un misterioso protector le aseguraba una vida fácil. Pero por doquier, los hombres se encendían y consumían a su paso. Las madres perseguían a la inocente a pedradas en un pueblo de Asturias, donde ella había ido a enterrar un secreto doloroso.
Algo más tarde, ella contemplaba cómo el sol iba hundiéndose en el mar y pensaba en su misterioso destino, en dos amantes con los cuales ella no había sabido ser cruel y que habían pagado su debilidad con su vida. En este momento, un hombre de pelo rojizo como el crepúsculo despertaba su atención por su singular aspecto. Encendía su cigarrillo con los últimos rayos del sol. Después, extendiendo el brazo, descolgaba algunas nubes, hacía una mueca, las dejaba caer todas, a excepción de una sola que ponía en su ojal. De súbito, se inclinó hacia Mirabelle, la atrajo contra él y la hizo madre.
La imagen siguiente mostraba a la joven madre amamantando a su hijo, mientras que el padre, Harry James, se comía las peladillas del bautizo. Después, fue cuando Harry James cambiaba con un vendedor ambulante a su hijo por una preciosa pipa de espuma, la desesperación de Mirabelle, la cólera de su amante que salía, robaba un coche y desaparecía. En este momento del relato, volvieron a ver a Pedro Gonzales con lágrimas en los ojos besando las manos de su prometida. Terminaron con un retrato de la pareja que, al encenderse la luz, avanzó hacia los invitados como si ningún prodigio hubiera acompañado su entrada.
Fue éste el punto de partida de una conversación sin entusiasmo, larga, difusa, vana, irritante, en el curso de la cual Mirabelle no perdió ni un instante para hablar de su marido, de anteponerlo a todo, de testimoniarle un afecto molesto. Ella jugó con sus invitados como una gata hace con los ratones. "



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