La casa del silencio (fragmento) "Por un momento pensé si pedirle dinero, pero no se lo pedí, salí, subo la cuesta. Ayer me dio cincuenta liras. Y mi tío Recep otras veinte. Llamé dos veces por teléfono, veinte, más quince del lahmacun, me quedan treinta y cinco. Me saqué el dinero del bolsillo para comprobarlo. Sí, en efecto, hay treinta y cinco liras y para hacer esa cuenta no hacen falta ni logaritmos ni raíces cuadradas, pero la intención de los que me han suspendido y todos esos profesores y señoritos es otra: quieren suspenderme, quieren que me arrastre y que a fuerza de arrastrarme aprenda a doblegarme y que así me acostumbre a conformarme con poco. Sé que el día que veáis que me he acostumbrado diréis alegres y contentos: «Ha aprendido lo que es la vida». Pero no aprenderé esa vida suya, señores. En cuanto me caiga en las manos una pistola, ya os enseñaré: entonces os explicaré qué es lo que quiero hacer. Pasaban con sus coches a toda velocidad a mi lado, cuesta arriba. Me di cuenta de que en la fábrica de enfrente también hay huelga. Se me crisparon los nervios y me apeteció hacer algo, me apetecía por lo menos ir a la sede pero me dio miedo quedarme allí solo. ¿Qué pasa porque vaya sin Mustafa ni Serdar? Pensé: solo, puedo ir incluso a Üsküdar. Dadme una misión buena y decente, no me basta con hacer pintadas en los muros y vender invitaciones en el mercado, dadme un trabajo importante, les diré. Un día las televisiones y los periódicos hablarán de mí. Pensaba. " epdlp.com |