El niño pez (fragmento)Lucía Puenzo
El niño pez (fragmento)

"El día amaneció cargado de agua. Lo vimos poblarse de nubes a medida que aclaraba, en una estación de servicio a una cuadra del Instituto. Con sus últimas monedas Lala compró un café y una petaquita de ron. Pensó hacerlo durar, pero se lo bajó de un saque mientras lo pensaba. Quería calentarse; se sentía helada y no era por el frío. Pasó el resto de la noche con la mirada fija en las ventanas del Instituto. A las siete se lavó la cara en el baño de la estación y cinco minutos después estaba en la puerta. La atendió la guardia pelirroja. El horario de visita empezaba en una hora, le dijo, iba a tener que esperar. Esperó hasta las ocho, cuando Lala volvió a acercarse, para decirle que la Guayi estaba enferma y no iba a poder verla ese día.
[...]
Para el tren de vuelta ya no le alcanzaron las monedas. Esquivamos al guardia cambiándonos de un vagón a otro, pero nos frenaron en Constitución. Lala no tuvo que hacer nada; la largaron cuando se dieron cuenta que no había nada para quitarle. No se detuvo a pensar dónde iba, dejó que su cuerpo la llevara. Y la trajo hasta acá, al reino del entrenador, que la miraba sin acercarse, del otro lado de la reja, mientras apretaba la venda teñida de sangre de su único empleado. "



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