Apuntes a lápiz (fragmento)Géza Ottlik
Apuntes a lápiz (fragmento)

"En lo que concierne a los niños felices, según mi experiencia, ésos —como los héroes de los Niños Terribles de Cocteau, que tienen parientes en la vida real, de los que conozco personalmente a varios— muchas veces no quieren crecer, ni siquiera a los treinta años. Sin embargo, no era eso lo que en realidad quería escribir. Yo quería poner en duda la felicidad misma, porque se me ocurrió mi propia infancia en el Colegio Militar de Kőszeg. Nuestro instituto se encontraba en medio de un hermoso y gran jardín. En invierno, los dormitorios tenían calefacción, nos daban de comer casi lo suficiente, se nos remendaba el uniforme cuando se estropeaba: nada de miseria. Sólo que nunca podíamos hacer otra cosa que lo que nos mandaban. Nuestros guardias, que nos acompañaban día y noche en turnos alternos, eran como unos consumados suboficiales prusianos. Vivíamos sin preocupaciones, con biblioteca y ducha, cual presos de un estado rico. No obstante, anduve triste durante largos años. A veces jugábamos, a veces nos reíamos. Esa tristeza se encontraba en el fondo de todo. A los diez u once años ya no sabíamos llorar, pues habíamos perdido esta capacidad. Me acordé de mi colchón de paja. Me acordé de la torpe forma de mi gorro. Del olor del pasillo de la planta baja. De la carretera de Szombathely, de los dos campos de entrenamiento y las mañanas de domingo. Allí aprendí la rebelión, el odio a la tiranía y la monstruosidad y la belleza de la vida, así como la salvaje maldad y mansa bondad de la naturaleza de la gente y la mía propia. La opresión nos enseñó la resistencia y el mandato, la opinión particular y la soledad. Descubrimos que la imaginación es libre y que sólo nuestros pensamientos y sentimientos son independientes; así maduraba en nosotros la individualidad, nuestro último refugio. Muchas cosas pasaron por mi cabeza y al anotar aquellas escasas palabras en mi agenda azul pensé que por nada del mundo cambiaría mi infancia por una infancia feliz; que no quisiera que a partir de ahora sólo crecieran niños felices, niños que no serían capaces de comprender mi infancia, ni la belleza de nuestra existencia humana, muchas veces inseparable de la tristeza. "


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