El señor de Halleborg (fragmento)Alfred von Hedenstjerna
El señor de Halleborg (fragmento)

"Las tardes se impregnaban de humedad, y las noches eran ya frías.
La tos de Amelia se hizo intensa y frecuente. Algunos accesos tenían tan grande violencia que sus heridos pulmones parecían desgarrarse.
Desde el 10 de septiembre comenzaron a arder los troncos de encina en las monumentales chimeneas de su cámara. Y llegado octubre la enferma renunció a salir de su dormitorio ni aún para las comidas. Pasaba los días postrada en su lecho o en un ancho sofá.
Se avisó al médico, el mismo que le asistía en Lindenas, varón abandonado y distraído que esta vez se enmendó vistiendo camisas y ropas nuevas y ciñéndose una corbata flamante. Pero su diagnóstico no cambió.
-Consunción, y consunción avanzadísima.
-¿En el grado último?
-No; algo se ha fortalecido por el reposo y los muchos cuidados que la enferma tiene actualmente. Pero el mal nada ha perdido en intensidad y la va minando y acabando. ¿El desenlace? ¡Oh! puede producirse dentro de algunos meses, de un año, acaso más tarde... depende del tratamiento severísimo y de los cuidados que tenga la joven baronesa.
Y se despidió más contento de la acogida del varón que éste de su diagnóstico.
Amelia siguió tosiendo y sufriendo.
Algunas semanas después, el viejo pastor visitó a Gosta acompañado de un antiguo amigo, el célebre doctor Lindroth, sabio maestro de la Universidad de Estocolmo.
El viejo Hjelm no presentó a su amigo como doctor en medicina, aunque Gosta lo sabía sobradamente, sino como un erudito investigador en sus ocios de la Anticuaria y Genealogía, el cual deseaba consultar ejecutorias y tomar notas de los archivos de Halleborg, sin inferir molestias al señor del lugar.
Accedió Gosta diciéndole al doctor que viniese y se instalase en su biblioteca cuando gustase.
Y vino dos días, tres; y al cuarto, su amigo el pastor fue para recogerlo, y Gosta les pidió que le acompañasen en su solitaria comida. "



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