Un poder que los gobiernos no pueden suprimir (fragmento)Howard Zinn
Un poder que los gobiernos no pueden suprimir (fragmento)

"El futuro de USA está vinculado a la comprensión de nuestro pasado. Por eso: escribir sobre la historia, desde mi punto de vista, nunca es un acto neutral. Al escribir, espero despertar una gran conciencia de la injusticia racial, del prejuicio sexual, de la desigualdad de clases, y del hibris nacional. También quiero sacar a la luz la resistencia – de la que no se informa – de la gente contra el poder del sistema gobernante, de la negativa de los indígenas a desaparecer simplemente; la rebelión de los negros en el movimiento contra la esclavitud y el movimiento más reciente contra la segregación racial; las huelgas realizadas por la gente trabajadora a través de toda la historia USamericana en un intento por mejorar su vida.
Omitir esos actos de resistencia es apoyar la visión oficial de que el poder sólo se basa en los que tienen las armas y poseen la riqueza. Escribo para ilustrar el poder creativo de la gente que lucha por un mundo mejor. La gente, cuando está organizada, tiene un poder inmenso, más que cualquier gobierno. Nuestra historia está impregnada de historias de gente que resiste, se pronuncia, se atrinchera, organiza, conecta, forma redes de resistencia, y cambia el curso de la historia.
No quiero inventar victorias de los movimientos populares. Pero pensar que la escritura de la historia debe apuntar simplemente a recapitular los fracasos que dominan el pasado es convertir a los historiadores en colaboradores en un ciclo interminable de derrotas. Si la historia ha de ser creativa y anticipar un futuro posible sin negar el pasado, creo que tiene que poner el acento en nuevas posibilidades de revelar esos episodios ocultos del pasado, cuando, aunque sea en destellos breves, la gente mostró su capacidad de resistir, de unirse y, ocasionalmente, de vencer. Supongo, o tal vez sólo espero, que nuestro futuro puede encontrarse en los fugitivos momentos de compasión del pasado en lugar de sus sólidos siglos de guerra.
La historia puede ayudar a nuestros luchas, si no concluyentemente, por lo menos sugestivamente. La historia puede hacernos abandonar la idea de que los intereses gubernamentales y los intereses del pueblo son los mismos. La historia puede contarnos la frecuencia con la que los gobiernos nos han mentido, cómo han ordenado que sectores enteros de la población sean masacrados, cómo niegan la existencia de los pobres, cómo nos han orientado a nuestro momento histórico actual – la “Guerra prolongada,” la guerra sin fin.
Es verdad, nuestro gobierno tiene el poder de gastar la riqueza del país como lo desee. Puede enviar tropas a cualquier parte del mundo. Puede amenazar con la detención indefinida y la deportación a veinte millones de inmigrantes USamericanos que todavía no tienen sus tarjetas verdes y no tienen derechos constitucionales. En nombre de nuestro “interés nacional,” el gobierno puede desplegar tropas en la frontera USA-México, hacer redadas de musulmanes de ciertos países, escuchar en secreto nuestras conversaciones, abrir nuestros correos, examinar nuestras transacciones bancarias, y tratar de intimidarnos para que guardemos silencio. El gobierno puede controlar la información con la colaboración de medios masivos tímidos. Sólo así se explica la popularidad, - decreciente en 2006 (un 33% de los encuestados), pero todavía importante, - de George W. Bush. A pesar de todo, este control no es absoluto. El que los medios estén en un 95% a favor de continuar con la ocupación de Iraq (con sólo críticas superficiales sobre cómo se realiza), mientras que más de un 50% del público está a favor de la retirada, sugiere una resistencia de sentido común a las mentiras oficiales. Hay que considerar también la naturaleza volátil de la opinión pública, cómo puede cambiar con una brusquedad dramática. Hay que ver cómo la gran mayoría del apoyo público para George Bush padre se derrumbó una vez que se desvaneció el brillo de la victoria de la primera Guerra del Golfo, y se impuso la realidad de los problemas económicos.
Hay que pensar en cómo, al comienzo de la Guerra de Vietnam en 1965, dos tercios de los USamericanos apoyaron la guerra. Unos pocos años después, dos tercios de los USamericanos se opusieron a la guerra. ¿Qué sucedió en esos tres o cuatro años? Una osmosis gradual de verdad se filtró por las grietas del sistema de propaganda – la comprensión de que se les había mentido y engañado. Es lo que está ocurriendo en USA mientras escribo estas líneas en el verano de 2006. Es fácil sentirse abrumado o intimidado al comprender que los que fabrican las guerras tienen un poder enorme. Pero una cierta perspectiva histórica puede servir, porque nos dice que en ciertos puntos de la historia los gobiernos descubren que todo su poder es fútil ante el poder de una ciudadanía llevada a la acción. "



El Poder de la Palabra
epdlp.com