La vida arrebatada de Friedrich Nietzsche (fragmento)Franz Overbeck
La vida arrebatada de Friedrich Nietzsche (fragmento)

"La caracterización de Herder que Nietzsche nos ofrece («El caminante y su sombra») arroja una luz deslumbrante y en absoluto inofensiva sobre sí mismo y sobre su estilo. Mediante esta indicación sobre su persona, parece perfectamente apropiado que nos informemos acerca de él. Una vez más, vemos que Nietzsche es completamente distinto de Herder, aunque tal vez sólo porque pertenece a un siglo posterior. En cualquier caso, creo que Nietzsche era el más elegante y el más moralista de los dos con diferencia. De modo que si compartía con Herder la cualidad de ser un moine défroqué —expresión que no aparece una sola vez en el texto citado—, ha encontrado para esta categoría una expresión más elegante y original de cuyo cuño el propio Herder no habría sido capaz —lo cual le engrandece y le ennoblece— . Sin embargo, la figura nietzscheana de Zaratustra recuerda vivamente al pensamiento de Herder. Cuando Nietzsche dice que Schiller, al igual que otros muchos artistas alemanes, ha creído que, si uno tiene espíritu, también puede permitirse «improvisar con la pluma sobre toda clase de objetos difíciles», es llamativo cómo esto puede aplicarse igualmente sobre él mismo. Con la salvedad de que, en el caso de Nietzsche, todo descubrimiento de este tipo va acompañado del hecho de que él conoce los peligros de su travesía mejor que nadie. De hecho, Nietzsche no ha fingido hablar para la ciencia. Al menos no lo ha hecho sin buscar formas apropiadas que cubrieran o incluso ocultaran plenamente sus acciones. En este sentido, su estilo tenía más de juego que de ropaje pomposo.
Por lo que respecta a su aversión contra el idealismo, Nietzsche ha encontrado un semejante en la figura de Proudhon, para quien el idealismo es l'instrument de toutes les séductions, le principe de toutes les mystifications et abominations de la terre. Sin embargo, debido a su inmoralismo, la actitud de Nietzsche se halla en las antípodas de la de Proudhon. Pues Proudhon es, sin duda, un antiidealista, pero no por ello deja de ser el apasionado moralista que, por ejemplo, juzga a Rousseau como el hombre, en qui la conscience n 'était pas en dominante. Es particularmente en este sentido que Nietzsche nos recuerda a Rousseau. En cualquier caso, toda crítica de Nietzsche debe asumir en primer lugar su anti-idealismo. No basta con constatar una creencia débil y nostálgica en el idealismo del siglo pasado. "



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