Medianoche en el siglo (fragmento)Victor Serge
Medianoche en el siglo (fragmento)

"Estaba de pie, pareció vencerse, se sentó con ambas manos en el borde de la mesa. Y el poco rubor que aún conservaban sus mejillas se desvaneció, su rostro se tornó terroso. La correspondencia, sí, la increíble correspondencia que no les llegaba desde hacía ya varios meses. Desde las últimas traiciones. Aquellas hojitas transparentes cubiertas de granos de arena bien alineados que eran letras, que eran palabras, pensamiento, verdad para nutrir a la revolución, el sentido de nuestras vidas, ahora que ya no queda nada, ni el niño, ni el hombre, ni siquiera la esperanza, la menor esperanza para uno mismo. Así envejeceré. Casi fea ya. Mujer únicamente por esa angustia de la que nadie sabe. Ya no queda más que nuestra derrota aceptada con entereza, puesto que es preciso que así sea: porque no podemos ni separarnos del proletariado, ni desoír la verdad, ni desconocer el curso de la historia. Y la dialéctica de la historia pide que de momento permanezcamos bajo su rueda. La vida continúa gracias a nosotros; las victorias se reanudarán cuando ya no estemos. Y aquí está todo: los camaradas, las tesis del centro de aislamiento de Tobolsk, la declaración al C. C. de los exiliados de Tara, un resumen de los últimos números del Boletín publicado en Berlín, redactado en Prinkipo. Aquellas hojas clandestinas murmuraban: prisión, prisión, prisión, prisión, prisión sin fin, rejas, barrotes, celosías de hierro delante de los ventanucos, reglamento, dormitorios, conflictos, huelgas de hambre, correspondencia que pasa por las tuberías de los retretes, por agujeros tallados en las murallas, de ventana a ventana, suspendida de un hilo que cuelga por encima de la cabeza del centinela, y los condenados a muerte de la sala de abajo tienen buen cuidado de guardarla un momento, son buenos chicos, puede uno fiarse de ellos; es una correspondencia que se escribe con el oído muy atento, fingiendo leer —y luego se tiene jaqueca, se desespera uno con las discordias—; los puntos de vista se oponen irreductiblemente, maduran las escisiones, se distinguen ya los futuros renunciamientos… Los años pasan, va uno librándose de los dormitorios, las rejas, los amigos, se es libre pero se inicia una nueva cautividad, bien es verdad que se tiene aire, páramo, pan para pesárselo a la gente —nostalgia casi de la cárcel. "


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