El caballero que cayó al mar (fragmento)H.C. Lewis
El caballero que cayó al mar (fragmento)

"Estos espasmos de murmullo interno terminaron por enfurecerlo. De todos los trucos idiotas que existieron desde el comienzo de los tiempos, se dijo acaloradamente, caerse de un barco en medio del océano era, por lejos, el más disparatado. ¡Era tan estúpido, tan absolutamente sin razón ni precedente, tan fuera de lugar para un hombre de su posición! Durante un rato, Standish rechinó los dientes en un ataque de cólera e impotencia. Nadie que lo conociera esperaría algo así de él. Su tía Clara lo declararía una absoluta inverosimilitud. Si su familia, que incluía algunos indómitos ejemplares de hombres y mujeres con demasiado dinero y tiempo libre, se hubiera reunido para votar quién, de entre todos ellos, era el más proclive a caerse de un barco, nadie habría votado por él. Y sin embargo allí estaba en ese aprieto increíble, y el Arabella alejándose cada vez más.
Tan repentinamente como lo había invadido, la ira pasó y en su lugar apareció una sofisticada y bastante ilógica postura de resignación. Allí estaba, en medio del océano, y debía sacar lo mejor de la situación hasta que lo rescataran; no tenía sentido maldecir al destino. Y si no lo rescataban —volvió a mirar y vio que el Arabella era una mancha minúscula en el mar—, se ahogaría. Por primera vez consideró en detalle el problema de ahogarse. Consideró en primer lugar la opción de que no lo rescataran. Decidió que era posible. Pensó después que si estaba condenado a ahogarse, se ahogaría; eso era todo. Era muy sencillo y no tenía sentido ponerse melodramático y golpearse el pecho en una protesta inútil. No debía ser tan terrible ahogarse si se lo hacía con sensatez, sin perder la cabeza; y una vez muerto el dolor cesaría. Claro que él no quería ahogarse; había tantas cosas por las que quería seguir viviendo… Hasta donde sabía, podía estar ahogándose en ese mismo instante; si el Arabella no daba la vuelta para ir a buscarlo, realmente podía decirse que así era. Standish cerró los ojos y contuvo el aliento. De acuerdo con todo lo que había leído y escuchado, cuando un hombre se ahogaba veía pasar toda su vida ante sus ojos. Esperó con paciencia que algo sucediera, pero no fue capaz de extraer un solo incidente de todo su pasado. Lo enojó un poco no ver nada; después de todo era un hombre normal, y si otros hombres normales veían pasar su vida ante sus ojos, él también quería verla. Pero en seguida se alegró. Probablemente quería decir que no se estaba ahogando… ¡claro que no se estaba ahogando!
Standish observó en detalle el monótono cielo. De pronto le vino a la mente el nombre del carguero escandinavo que se había cruzado con el Arabella, yendo en dirección opuesta, hacia Hawai. Fue sorprendente cómo sucedió; no había pensado ni remotamente en el carguero, y ahora estaba en su mente, con nombre olvidado y todo. Ingrid, se llamaba. Tal vez el Ingrid lo rescatara si el Arabella no volvía. Pero sabía que no había ninguna posibilidad de que eso ocurriera, y de pronto se encontró pensando: “Standish… Standish… no te hagas falsas ilusiones”. Y entonces volvió a sentirse desdichado. "



El Poder de la Palabra
epdlp.com