Los perros y los lobos (fragmento)Irène Némirovsky
Los perros y los lobos (fragmento)

"Recorrieron la sala del buffet, pero Harry no estaba allí. La anfitriona arrastró a su invitada hacia el balcón («Aquí dentro se ahoga una, ¿no le parece?»), y allí, en el crepúsculo, vio a su hijo y Laurence Delarcher, solos. Hubo un instante de silencio.
En su esfuerzo por parecer amable, el rostro de la madre, tras una fugaz crispación, consiguió esbozar una sonrisa almibarada que le daba aspecto de vieja anticuaria al recibir a una clienta. Empequeñecida y fruncida, su boca trataba en vano de formar un arco de Cupido mientras sus negros e inquietos ojos recorrían con una rapidez poco menos que prodigiosa el rostro y el cuerpo de la joven, «como si calcularan lo que puedo reportar», se dijo Laurence.
No se equivocaba, aunque la señora Sinner no contaba en dinero, en francos, sino en probabilidades de felicidad, mientras los celos, la inquietud, la hostilidad y la ternura le desgarraban el corazón.
Momentos después, vinieron a buscar a Laurence. Ya se había ido casi todo el mundo. Los grandes y frescos salones se veían en hilera, con las ventanas abiertas, por las que penetraba una luz declinante, verdosa. Los últimos invitados vagaban entre los muebles tapizados de satén blanco plateado buscando a su anfitriona para despedirse. "



El Poder de la Palabra
epdlp.com