El amor es ciego (fragmento)William Boyd
El amor es ciego (fragmento)

"Como todos los amantes avezados, Brodie y Lika fueron refinando sus ardides a medida que avanzaba el verano. Ella volvió de un viaje a Piter con cuadernos de dibujo y acuarelas, y él pagó cincuenta kopeks a un mozo de cocina, Piotr, para que le metiera cuatro o cinco peces frescos en la cesta cada vez que se fuese a pescar: así nunca volvería de sus citas con las manos vacías. En su habitación, Lika se dedicaba a dibujar o esbozar ríos, bosques, flores y helechos imaginarios. No tenía ningún talento para el dibujo, y su torpeza hacía todos los dibujos indistinguibles e igual de malos. Kilbarron le pidió una vez que se los enseñara —ese día, ella había vuelto más tarde que Brodie, como habían planeado—. «Son encantadores..., pero te queda mucho por aprender, cariño», le dijo después de echarles un vistazo. Lo importante era que las excursiones de pesca y la costumbre de dibujar en plein air parecían del todo creíbles.
Cuando junio dio paso al mes de julio, se las ingeniaron para verse una vez cada fin de semana, a veces dos, y siempre procuraban marcharse y regresar en el momento indicado. Volvieron así a hacer el amor con regularidad (como en la época del Grand Hôtel des Étrangers), acostumbrándose cada uno al cuerpo del otro y descubriendo de nuevo todos los matices eróticos. Ella a veces se negaba (no, hoy no): tenía mucho miedo de quedarse embarazada. Su ciclo menstrual era extraordinariamente regular. Decía saber con exactitud qué días había que evitar y, cuándo no podían hacerlo, le masturbaba con especial esmero y dedicación, parando cada cierto tiempo y volviendo a empezar. Así podían estar más de diez minutos —o todo el tiempo que él fuera capaz de contenerse—, los dos desnudos sobre la sábana; ya no utilizaban el mantel. "



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