Josefina y yo (fragmento) "Canta en el cuarto de baño. Y a veces alza mucho la voz. ¡Se llevaría usted una sorpresa! Claro que ya no canta como antes. En realidad, es mezzosoprano. Pero su fuerte eran los registros graves. Y ahí estaba el problema. Pues como mezzo uno puede subir hacia soprano o bajar, que en este caso significa bajar de verdad, porque las partes importantes no están compuestas para contralto. Nada de Madame Butterfly, ni Lady Macbeth, ni Dido, sino siempre la criada boba o el papel del personaje travestido. A pani Josefine eso no le gustaba para nada porque no iba en absoluto con su carácter. ¡Claro, si le hubieran ofrecido la Carmen o la Eurídice en Orfeo…! Entonces habría triunfado. Pero no. Para eso, los señores directores eran demasiado estrechos de miras. Al final, prefirió irse de gira. Estuvimos siempre viajando, incluso fuimos a ultramar, con el barco de vapor, y yo me encargaba de sus vestidos y de las descomunales maletas. De manera que después de la guerra nos ganamos la vida con cantatas y conciertos de lieder. Durante muchos años nos fue bastante bien. Pero luego (ocurrió en noviembre de 1965, lo recuerdo perfectamente) ese sinvergüenza de la Ópera de Viena, un tal Hilbert, pretendió que pani Josefine se incorporara al coro. ¡Tendría usted que haberla visto! Se le echó encima como una leona. «¡Al parecer no sabe con quién está tratando!», le gritó. «¡No hace ni una semana que bailé con su canciller federal! El mismo Goebbels me invitó a cenar varias veces.» Esto último se le escapó, pero era verdad que el viejo cojitranco le había ido detrás, aunque ella lo dejó con un palmo de narices. ¡Menudo escándalo! Le dio un ataque de nervios, no por Goebbels sino por ese rinoceronte vienés. Pasamos tres meses en Suiza, en ese sanatorio de Zúrich que se llama Bürgholz o algo parecido, costó una fortuna. Cuando le dieron de alta se terminaron las giras. Y nunca más volvió a pisar un escenario. " epdlp.com |