Hölderlin y la Revolución Francesa (fragmento)Pierre Bertaux
Hölderlin y la Revolución Francesa (fragmento)

"Bajo el Directorio, el ejército ya no es lo que era antes. ¿Qué ha sido del ejército jacobino, ejemplo de tan altas virtudes militares? El 26 de agosto de 1796 escribe un testigo alemán: «Podría ciertamente afirmar que una décima parte del ejército francés está compuesta de ladrones, pícaros y cortabolsas, unos más refinados y otros más toscos. Puede que otra décima parte sea gente noble y leal, verdaderos republicanos, pero las ocho décimas partes restantes están formadas por egoístas y gente atenta a satisfacer sólo sus sentidos y que, si bien no roba ni maltrata a nadie, obtiene sin embargo desmedidamente su bienestar y cuida de su propio provecho a costa de los habitantes de los países conquistados.» Los soldados habían perdido el derecho a elegir sus oficiales, y dejado de participar como jurado en los juicios militares. La expresión más patente del cambio fundamental operado en el ejército se ve en la deserción en masa de soldados. El saqueo sistemático se convierte en acción organizada: había especialistas a disposición del ejército Sambre-Maas, «para hacer una selección de los tesoros artísticos, con los que la República, basándose en el derecho de conquista, está dispuesta a enriquecerse». Aun con falta de ecuanimidad, la gente se hacía lenguas de los saqueos y excesos de las tropas francesas en la campaña de 1796.
Cuando el Archiduque Carlos puso en fuga al ejército de Bernadotte y de Jourdan, obligándolo a replegarse y forzándolo a desocupar enteramente la orilla derecha alemana del Rin, los campesinos agredieron a los franceses, especialmente en el Jura francón, en Spessart y en Odemvald. El 31 de agosto, Jourdan comunicaba desde Schwemfurt al Directorio: «No puedo ocultarles que las atrocidades de todo tipo cometidas por el ejército han armado a todos los habitantes en contra nuestra.
[...] La gente detiene a todo el que viaja solo, golpeándolo hasta darle muerte. Muchos merodeadores y saqueadores han sido muertos a palos por los campesinos. [...] Se abandonan ciudades y aldeas. [...] He hecho infligir severos castigos ejemplares, como incendiar aldeas o fusilar a los habitantes capturados con las armas en la mano; pero lo único que se logra con ello es empeorar más los ánimos.
Es verdad que, a veces, estas informaciones difamatorias eran algo exageradas. Posteriormente, el historiador Max Lenz confesaría que la sombría imagen acerca de estragos franceses en el Badén al menos en alguna medida estaba necesitada —según nuestras actas— de corrección. Sea como sea, tales noticias circulaban, y tampoco se quedaba atrás propalando estas cosas Minerva, la revista de Archenholtz que —según consta— leyó Hegel y muy probablemente también Hölderlin. "



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