Más allá del invierno (fragmento)Isabel Allende
Más allá del invierno (fragmento)

"En los veinte años que estuvo casada, Lucía Maraz habría apostado que su marido le era fiel, porque lo creía demasiado ocupado como para navegar las estrategias de amores escondidos, pero en eso, como en tantas otras cosas, el tiempo demostraría su error. Se enorgullecía de haberle dado un hogar estable y una hija excepcional. La participación de él en ese proyecto fue forzada al principio y negligente después, no por maldad sino por flaqueza de carácter, como sostenía Daniela cuando tuvo edad para juzgar a sus padres sin condenarlos. Desde el comienzo el papel de Lucía fue amarlo y el de él fue dejarse querer.
Se conocieron en 1990. Lucía había vuelto a Chile después de casi diecisiete años de exilio y conseguido un empleo como productora de televisión, con gran dificultad, porque miles de profesionales jóvenes mejor cualificados que ella buscaban trabajo. Había escasa simpatía por quienes regresaban: la izquierda los culpaba de haberse ido por cobardía y la derecha por comunistas.
La capital había cambiado tanto, que Lucía no reconocía las calles donde había transcurrido su juventud, cuyos nombres de santos y flores habían sido reemplazados por los de militares y héroes de guerras pasadas. La ciudad brillaba con la limpieza y el orden de los cuarteles, los murales de realismo socialista habían desaparecido y en su lugar había muros blancos y árboles bien cuidados. En las orillas del río Mapocho habían creado parques para los niños y nadie se acordaba de la basura y los cuerpos que alguna vez arrastraron esas aguas. "



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