Los aristócratas también asesinan (fragmento)Ngaio Marsh
Los aristócratas también asesinan (fragmento)

"La señorita Harris se aclaró la garganta. —A eso de las doce y media de la noche —empezó diciendo con voz incisiva y monótona— encontré a Lord Robert en el vestíbulo. Yo estaba hablando con la señorita O’Brien. Me pidió que bailase con él más tarde. Me quedé en el vestíbulo hasta la una menos cuarto. Lo recuerdo porque miré mi reloj. Entonces subí las escaleras hasta el rellano de arriba y allí me quedé por un periodo de tiempo que no recuerdo, pero volví a bajar al rellano del salón de baile antes de la una y media. Lord Gospell —me refiero a Lord Robert Gospell— me pidió entonces que bailásemos. —La voz de la señorita Harris se detuvo por un momento y ésta ajustó el cuaderno en el brazo de la butaca—. Bailamos —continuó— tres piezas sucesivas y sus repeticiones. Lord Robert me presentó a varias personas amigas suyas y luego me llevó al buffet en la planta baja. Allí bebimos champaña. Luego él recordó que le había prometido a la Duquesa de Dorminster bailar con ella… —Aquí la señorita Harris pareció perderse por un momento. Y repitió: -Le había prometido a la Duquesa de Dorminster bailar con ella —y volvió a aclararse la garganta—. Me llevó al salón de baile y me pidió el próximo vals vienés. Me quedé en el salón. Lord Robert bailó con la Duquesa y luego con Agatha Troy, la famosa pintora, y después con otras dos damas cuyos nombres ignoro. No bailó con las dos al mismo tiempo, claro es —dijo la señorita Harris haciendo un paréntesis—. Eso hubiera resultado ridículo. Yo continuaba en el salón. La orquesta tocó el «Danubio Azul». Lord Robert hallábase de pie con un grupo de amigos cerca de donde yo estaba sentada. Me vio y bailamos el «Danubio Azul» y volvimos otra vez al buffet. Me fijé en la hora, pues yo había proyectado marcharme mucho más temprano y me sorprendí al ver que eran cerca de las tres de la madrugada. Entonces ya decidí quedarme hasta el fin. —Miró a Alleyn con el aire impersonal y atento propio de su cargo. Y él sintió tan enteramente la sensación de que ella era su secretaria, que ni siquiera tuvo que reprimir una sonrisa. Luego miró a Fox, quien por vez primera en cuanto recordaba Alleyn, se sentía verdaderamente perdido y su ancha mano vacilaba incierta sobre la libreta de notas. Alleyn comprendió que Fox no sabía si tomar o no en su propia taquigrafía las notas taquigráficas de la señorita Harris. "


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