Pedir la luna (fragmento)Blanca Valdecasas
Pedir la luna (fragmento)

"Aquello fue una bofetada a mi suegra y a toda la familia. Me extrañó que ella no se levantara de la mesa y se marchara; había estado todo el día con cara de haber chupado un limón y había hecho comentarios despectivos de cada cosa de la boda, que corría a cargo de mi padrastro y supongo era la mejor que mi madre había conseguido que pagara.
El día que Fernando se mató en el accidente de automóvil, me contó Misi, llevaban discutiendo desde por la mañana. Habían tenido invitados a cenar la noche anterior; Fernando reñía y protestaba porque, según él, todo había estado mal. La comida fría, la carne demasiado hecha, la criada no sabía servir a la mesa, la conversación aburrida, todo por culpa de Misi que, además, había coqueteado con los invitados. Misi intentó calmarlo, ella no coqueteaba con nadie, era absurdo pensarlo, la muchacha no lo había hecho tan mal... Se encontraba fatal, con los nervios destrozados, no dormía. Pasaba las noches enteras preguntándose cómo había sido capaz de aguantar aquel carácter irascible y celoso durante trece años y qué tenía que hacer para separarse porque ya no podía más.
Aquel día estaban invitados a una fiesta de campo en una finca de la provincia de Salamanca. Fernando quería salir inmediatamente pero ella prefería hacerlo un poco más tarde. Era domingo y no tenía servicio, quería dejar la casa recogida, ventilada porque habían fumado mucho y por la noche no la dejó vaciar los ceniceros; Misi dijo que la casa apestaba a colillas y el olor si no se disipaba se quedaba en cortinas y tapicerías. Seguramente, como de vuelta en la casa siguiera oliendo, Fernando volvería a protestar.
Además hacía frío, había helado. Era mejor dejar que entrara un poco más el día y se ablandara la helada. Pero Fernando había llegado a un estado tal de furia que decidió irse él por delante, y que ella lo siguiera en el otro coche cuando quisiera. "



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