La ciudad y la ciudad (fragmento)China Mieville
La ciudad y la ciudad (fragmento)

"Me hizo reír. Pasamos entre los hitos de piedra moteados por el tiempo que flanqueaban la carretera. Los reconocí por las fotografías y me acordé, ya demasiado tarde, de que el que estaba en el lado este de la carretera era el único que debería ver: estaba en Ul Qoma y el otro en Beszel. O eso es lo que decía la mayor parte de la gente: era uno de los lugares más controvertidos que se disputaban las ciudades. Los edificios beszelíes que no conseguí desver del todo estaban, según creí distinguir con una rápida ojeada, limpios y bien conservados, mientras que en Ul Qoma, en cualquier lugar por el que pasábamos, la zona estaba en decadencia. Pasamos junto a unos canales y durante varios segundos no supe en qué ciudad estaban, o si estaban en las dos. Cerca de un patio cubierto de malas hierbas, donde las ortigas se asomaban por debajo de un Citroën que llevaba mucho tiempo sin moverse, como el soplo de aire de un aerodeslizador, Dhatt frenó bruscamente y salió del coche antes de que yo me hubiera quitado el cinturón.
[...]
Avanzó con decisión hacia una puerta derruida. En Ul Qoma los unionistas no están legalizados. En Ul Qoma no hay partidos socialistas legalizados, ni fascistas, ni religiosos. Desde el Renacimiento de Plata de hace casi un siglo bajo la tutela del general Ilsa, Ul Qoma solo tenía al Partido Nacional del
Pueblo. Muchos antiguos establecimientos y oficinas aún exhibían carteles con el retrato de Ya Ilsa, a menudo sobre los «hermanos de Ilsa», Atatürk y Tito. El estereotipo era que en los edificios más antiguos siempre había una mancha descolorida entre esos dos, desde donde el otrora hermano Mao había sonreído antes.
Pero este es el siglo XXI y el presidente Ul Mak (cuyo retrato se puede ver también donde los directivos son más obsequiosos), como ya lo hizo el presidente Umbir antes que él, había declarado que no repudiaría sino que promovería el Camino Nacional, el fin del pensamiento restrictivo, una glasnostroika, por usar ese odioso término que habían acuñado los intelectuales ulqomanos. Con las tiendas de CD y DVD, con las nuevas empresas y páginas de software, con los mercados ulqomanos en alza, con el dinar revalorizado, llegó, decían, la «nueva política», la muy aclamada apertura a una disidencia que hasta ahora se había considerado peligrosa. Eso no quería decir que los grupos radicales, y mucho menos los partidos, se fueran a legalizar, pero a veces se admitían sus ideas. Siempre y cuando manifestaran cierta contención en las reuniones y en el proselitismo, se los toleraba. O eso se decía. "



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