Vals lento en Cedar Bend (fragmento)Robert James Waller
Vals lento en Cedar Bend (fragmento)

"Michael no se había hecho cargo de cuánto se le notaba, Jellie tenía razón al creer que deberían alejarse. Aparte de la cuestión de protegerse el uno del otro, la gente empezaría a advertir lo que sentían, incluso por el simple hecho de estar en una misma habitación juntos. Michael había mirado el Chronicle para consultar los anuncios de trabajo en otras facultades, pero con su salario y su rango iba a ser difícil moverse de allí. Además, debido al deterioro de la salud de su madre, tenía la responsabilidad de permanecer en la zona central del país, no demasiado alejado de ella. Aun así, era posible que encontrara en algún lugar algo que se ajustara a sus necesidades y que lo apartara de la ciudad donde vivía Jellie Braden.
Es complicado pensar a dónde hubiera ido a parar todo aquello si no hubiera sido por los patos. Probablemente al mismo sitio, pero por una ruta diferente. Lo que ocurrió fue lo siguiente: a los presidentes de las universidades les encantan los edificios nuevos, igual que a las juntas de Educación. El Bingley Hall estaba bastante bien; era viejo, pero contaba con una pátina de sabiduría y de lucha que había penetrado y desgastado los pasillos y que se percibía en el ambiente. De todos modos, el presidente decidió que una de sus principales universidades necesitaba un edificio nuevo. Los presidentes no legan al mundo conocimientos ni estudiantes agradecidos, ellos dejan atrás ladrillos y argamasa. La cuestión de si esos ladrillos y argamasa son o no realmente necesarios no viene al caso. Lo importante del asunto es sacar dinero y edificios nuevos que lleven los nombres de los principales donantes de la universidad o bien de los miembros de la administración que sirvieron lealmente a la institución, aunque no necesariamente de un modo inteligente. Escuela Arthur J. Wilcox de Economía y Empresa—, casi podían ver las letras en los ojos de roedor del decano mientras se movía rápidamente por el Bingley Hall con un fajo de anteproyectos enrollados, agarrados fuertemente con sus manotas sudorosas, aunque eso en
principio no fuera más que un sueño.
El dinero se podría haber usado para mejorar los salarios del cuerpo docente o en concepto de ayudas financieras a los estudiantes, pero eso nunca aparece en el castillo de naipes. Como le gustaba decir al presidente, en privado por supuesto: «Es mucho más fácil sacar dinero para edificios que para salarios del profesorado.» Pero, a pesar de los difíciles tiempos por los que atravesaba la economía del Estado, la junta lanzó una emisión de bonos y apoquinó 18 millones de dólares para un nuevo edificio. Esto había sucedido el invierno anterior, y en aquel momento se estaban trazando los planos finales de construcción.
En la cafetería Arthur informaba sobre las versiones que se iban desarrollando de los planos, para que todo el mundo se entusiasmara efusivamente con ellos. Michael estaba por allí de pie mirando un nuevo juego puesto al día y advirtió que la ubicación del nuevo edificio se había trasladado unos cincuenta metros del lugar original. "



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