Richard Wagner (fragmento)Jules Champfleury
Richard Wagner (fragmento)

"El exilio no es un poderoso movilizador del arte. Muchos corren el riesgo de arribar a amargas recriminaciones y adormecimientos mórbidos. Wagner escapó a esos desfallecimientos; retirado desde algunos años en Zurich, compuso dos óperas nuevas y eligió París como el crisol donde van a fundirse y se hacen controlar los metales preciosos que descubrimos en el extranjero.
Los tres conciertos actuales que van a darse sucesivamente son sólo páginas separadas de grandes poemas ya conocidos; en primavera París podrá gozar de las óperas inéditas en su conjunto, bajo la dirección del gran maestro, que no le viene a quitar el lugar a nadie. En primavera acudirán, de toda Alemania directores de orquesta, maestros de coro, cantantes y coristas, toda una armada de alemanes, presurosos de recibir instrucciones del artista.
La audición en París de dos óperas de Wagner no será sino una suerte de repetición dada en Alemania, pero, ¡qué interés ofrecerá esta repetición! ¿No hay que agradecer al destino que empuja a su agrado a los hombres, está ahí, el trasplante de su país natal para activar ideas nuevas sobre una tierra extranjera?
El hombre es sacrificado, pero el arte encuentra su parte.
Busco y no encuentro en ninguna parte un martirio comparado al de Wagner.
En su obra, ¡no hay rabias!
Hubiera querido un fragmento de plenas tormentas y disonancias, que haga mal a los oídos, que hiera al público hasta la sangre. Para vengar al artista. ¡Qué bello espectáculo aquel de hombres que prohíben a un genio besar su suelo natal y que no son castigados por la penitencia de melodías hartantes, los dientes de los que las escuchen, agarrándose a los recuerdos como un ladrón a un traje, llevando en la noche pesadillas vengadoras!
Wagner se mostró más noble.
La belleza, la grandeza y la calma parecen pedestales sobre los cuales ha puesto leyendas.
Cada una de sus óperas es una aspiración a esa música del porvenir de la cual los tontos y las gentes frívolas han hablado sin conocerla.
Una felicidad radiante sale del conjunto de su poderosa harmonía.
Lo he dicho en la Mascarada de la vida parisiense:
El artista es un ganso al cual han clavado sus patas en una tabla y que dejan morir en un gran fuego, a fin de que su hígado aumente.
Por este procedimiento, se obtiene el paté de foie gras. Cuando está bien aderezado, está bueno para comer. "



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