Historia del silencio (fragmento)Alain Corbin
Historia del silencio (fragmento)

"Maeterlinck hace hincapié, una y otra vez, en su fascinación por la palabra del silencio: en cuanto «tenemos realmente algo que decirnos, estamos obligados a callarnos [...] Tan pronto como hablamos, algo nos advierte de que en algún sitio se cierran puertas divinas. Somos muy avaros del silencio». El silencio habla ante todo en la desgracia; entonces nos abraza, y los «besos del silencio en la desgracia —porque en la desgracia es principalmente cuando el silencio nos rodea— no pueden ya olvidarse». Más adelante nos detendremos en la palabra del silencio en el amor.
La fuerza de la palabra del silencio ha sido proclamada a menudo. El lenguaje, escribe Merleau-Ponty, «sólo vive del silencio: todo cuanto arrojamos a los demás germinó en ese gran país mudo que no nos abandona». Seamos más precisos: el vínculo entre palabra y silencio ha sido analizado en múltiples dominios: en la música, en la elocuencia, en la escritura (particularmente poética), en la pintura, en el cine...
Pascal Quignard hace hablar al maestro Chang en «La última lección de música de Chang Lien»: tras invitar a su alumno a escuchar los sonidos más sutiles, los del viento en las ramas, el pincel en la seda, la orina de un niño en los ladrillos, declara al final de la jornada: «Hoy he hecho demasiada música. Voy a lavarme los oídos en el silencio». Monsieur de Sainte Colombe, compositor del Tombeau les Regrets y protagonista de Todas las mañanas del mundo, ha hecho voto de silencio. Como su amigo, el pintor Baugin, está convencido de que pintar es ante todo callar. La pintura surge en el silencio. En el mundo interior de la música, como en el de la pintura, una búsqueda sólo puede culminar en la intimidad más profunda, en el silencio.
Ahora bien, la muta eloquentia de la pintura ha sido objeto de estudio particular. Se trata de una cuestión hoy en día abundantemente documentada, que aquí sólo cabe esbozar. «La imagen es silencio que habla, recuerda al hombre la existencia que precedió a la palabra; por eso la imagen le conmueve tanto», escribe Max Picard. Según Lessing, la pintura es poesía muda. Más tarde, Eugène Delacroix asegura: «El silencio impone siempre [...] Yo confieso mi predilección por las artes silenciosas, por esas cosas mudas de las que Poussin decía hacer profesión. La palabra es indiscreta; viene a buscarte, solicita la atención [...] La pintura y la escultura parecen más serias: hay que ir a ellas»; el «encanto mudo» de la pintura «opera con la misma fuerza y parece aumentar cada vez que le diriges la mirada». "



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