La canción de los vivos y de los muertos (fragmento)Jesmyn Ward
La canción de los vivos y de los muertos (fragmento)

"Agarré la escama. Era del tamaño de un céntimo. Me quemaba la palma de la mano, me puse de puntillas y de pronto dejé de tocar el suelo. Empecé a volar. Seguí al pájaro escamado. Arriba, arriba y fuera. Hacia el torrente de aguas bravas del cielo.
Volar era como flotar en ese río de aguas revueltas. Ahora el pájaro estaba en mi hombro, un borrón estridente en el horizonte, a veces encima de mi cabeza como una corona. Extiendo los brazos y las piernas y siento una risa burbujeante que me sube desde el interior, pero muere en la garganta. Porque me acordé. Me acordé de lo de antes. Me acordé de estar abierto de piernas y brazos en el suelo, rodeado de hombres que me miran, acechantes, y de un chico adolescente detrás, alto y erguido bajo las largas sombras. River. River, que se quedó allí mientras los hombres me azotaban la espalda y yo sollozaba y vomitaba y convertía la tierra en lodo. Podía sentirlo allí, sabía que él se ocuparía de mí una vez que me dejaran suelto, libre de la tierra. Sentía los huesos finos como alfileres, los pulmones inservibles. La manera en que me llevó a mi litera, el modo en que se inclinó sobre mí, me provocó algo suave y revoloteante en el pecho, como el latido de una medusa. Ése era mi corazón. Él, mi hermano mayor. Él, mi padre.
Me posé en el suelo, el recuerdo me devolvió a la tierra. El pájaro gritaba, agitado. Aterricé en un campo de hileras infinitas de algodón, vi a hombres encorvados, moviéndose sin parar como cangrejos ermitaños, agachándose y recogiendo. Vi a otros hombres con pistolas caminando en círculos a su alrededor. Vi edificios apiñados en los extremos de ese campo, de otros campos, hasta los confines de la tierra. El pájaro descendió hasta las cabezas de los hombres. Desaparecieron. Aquí es donde yo trabajaba. Aquí es donde me dieron latigazos. Aquí es donde River me protegió. El pájaro cayó al suelo, hincó el pico en la tierra negra y recordé mi nombre: Richie. Recordé el lugar: la prisión de Parchman. Y recordé el nombre del hombre: River Red. Y entonces me caí, me zambullí en la tierra, y se rompió como una ola. Excavé con ahínco. Necesitaba ser atrapado por la mano negra de la tierra. Ser ciego a los hombres de arriba. Al recuerdo. El recuerdo llegó de todas formas. Dejé de existir y luego existí de nuevo. La escama me ardía en la mano. Me dormí y me desperté y me levanté y anduve con cautela por los campos de la prisión, estuve merodeando por los barracones, por entre los rostros de los hombres. Quería encontrar a River. No estaba allí. Los hombres se iban, regresaban y se iban otra vez. Llegaron nuevos hombres. Me refugié en mi madriguera y me dormí y me desperté bajo la luz lechosa, medía el tiempo por el tránsito de todas esas caras negras y por las vueltas que daba la Tierra, hasta que regresó el pájaro escamado y me llevó al coche, con el chico de mi misma edad sentado en la parte de atrás. Jojo.
Quiero decirle al chico que conozco a su abuelo. Que lo conocí antes que a él. Que lo conocí cuando lo llamaban River Red. Los presos lo llamaban «River» porque ése era el nombre que le pusieron sus padres, y porque decían que fluía por la vida como un río, esquivando los árboles caídos y los troncos, atravesando las tormentas y el sol. Pero los hombres añadieron el «Red» porque ése era su color: el color del barro rojo de las riberas del río.
Hay tantas cosas que Jojo no sabe. Hay tantas historias que podría contarle. La historia de mi paso por Parchman, como River le contó, es una camisa devorada por las polillas, deshilachada: la forma es correcta, pero los detalles han sido borrados. Yo podría rellenar esos huecos. Remendar la camisa hasta que parezca nueva, excepto por los faldones. El final. Pero podría decirle al chico que sé lo de River y los perros. "



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