Una inglesa en la corte de Siam (fragmento)Anna Leonowens
Una inglesa en la corte de Siam (fragmento)

"Una vez finalizadas estas plegarias, los sacerdotes guían al Rey a otro trono, más magnífico aún, orientado hacia el este. Aquí se le presentan las insignias de su soberanía: primero la espada, luego el cetro; se cuelgan de su cuello dos inmensas cadenas y finalmente se coloca la corona sobre su cabeza; poco después, ya Rey, el rugido de un cañón en el exterior y la música en el interior le dan la bienvenida.
Entonces se le ofrecen las zapatillas doradas, el abanico y el parasol de la realeza, dos inmensos anillos de diamantes, uno para cada dedo índice, y las armas de guerra siamesas; estas últimas son aceptadas, pero se devuelven inmediatamente a los sirvientes.
La ceremonia concluye con un discurso de los sacerdotes, que lo exhortan a que sea puro en su oficio soberano y sagrado y con la respuesta, en la que el nuevo Rey promete solemnemente ser justo y honrado, así como un gobernante leal a su pueblo. Por último, se le da una bandeja dorada, de la que toma flores de oro y plata para arrojarlas al público cuando desciende del trono.
El día siguiente se dedica a una entronización más popular. Su majestad, vestido más ostentosamente, es presentado a toda su corte y a un público menos restringido. Después de los saludos protocolarios de cañones y música, el Primer Ministro y los ministros principales leen pequeños discursos en los que ceden al Rey el control de sus respectivos ministerios. Su majestad contesta brevemente, hay un saludo general desde todos los fuertes, buques de guerra y barcos mercantes y el resto del día se dedica a la fiesta y al entretenimiento.
Inmediatamente después de la coronación de Maha Mongkut, su majestad se fue al palacio del Segundo Rey; allí, la ceremonia de la coronación subordinada difiere de la que hemos descrito sólo en la circunstancia de que las aguas consagradas son derramadas sobre la persona del Segundo Rey y la insignia le es presentada por el soberano supremo.
Cinco días después, una procesión pública recorrió el palacio y los muros de la ciudad en una singular marcha circular, de significación mística, que incluye fiesta, entretenimientos dramáticos y fuegos artificiales. La concurrencia de aquellos brillantes actos populares nunca ha vuelto a ser igualada en ningún acto público en Siam.
Cuando un Rey de Siam decide tomar una esposa, elige a una dama de una familia del rango más alto, de estirpe Real, y la invita a entrar en el círculo vigilado de sus mujeres, donde la mantiene en un estado de prueba prerrogativa que para ella es una oportunidad. Si tiene la fortuna de conseguir el favor del Rey, puede que éste se complazca en subirla al trono. Si es así, elige una fecha para la consumación formal, un día en el que los principales oficiales, hombres y mujeres, de la corte, acuden para desempeñar un papel en esta importante representación junto a los sacerdotes (Brahmán y budistas) y a los astrólogos Reales.
La princesa, vestida de blanco puro, se sienta en un trono elevado sobre una alta plataforma. Sobre el trono se extiende un dosel de muselina blanca, decorado con fragantes flores blancas; a través de este dosel se derraman las típicas aguas consagradas, que han sido previamente hervidas junto a ciertas hojas y arbustos emblemáticos por su pureza, utilidad y dulzura. La princesa es delicadamente agasajada con cumplidos, y mientras los sacerdotes enumeran, con agradable discernimiento, los diversos estados de la mente y del ser, que ella debe estudiar y conseguir; además rezan para que la nueva esposa sea una bendición para su señor y para ella misma. Entonces es coronada reina con un estallido de música exultante. "



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