Leyendas del Camino de Santiago (fragmento)Juan G. Atienza
Leyendas del Camino de Santiago (fragmento)

"El Cristo de la Catedral es, posiblemente, la imagen más venerada de la ciudad y se encuentra allí desde su ya lejano traslado desde el convento de agustinos, que la poseyó anteriormente. La imagen representa un Cristo crucificado y fue elaborada de tal manera por el artífice que todo en ella parece supeditado a la más perfecta imitación de la piel, la carne y la sangre, de tal modo que se ha llegado a decir de ella que laten sus venas, que crecen sus cabellos y sus uñas y que incluso es capaz de llorar en determinadas circunstancias. Hasta se dice -y esto sí parece cierto- que puede movérsele la cabeza y que, si le desprenden las manos de los clavos que las sujetan a la cruz, los brazos caen a lo largo del cuerpo como caerían los del mismísimo Crucificado cuando lo desprendieron después de muerto. Sus milagros son incontables y, aunque algo tardíamente, gozó de la devoción de los peregrinos que se detenían a admirar las maravillas de la Catedral. Los burgaleses afirman que el cuerpo fue confeccionado con piel de búfalo y que, labrado por Nicodemo en persona, procede del Líbano, con lo cual resultaría que el Cristo en cuestión llegó de su propia tierra y que hizo por mar el mismo recorrido que se afirma que hizo la barca portadora de los restos del Apóstol.
Su leyenda, como la de otros Cristos del mismo tipo, sitúa la mar como lugar donde habría sido encontrada la imagen. Cuenta que un rico comerciante de la ciudad, muy allegado a los canónigos de San Agustín, tuvo que emprender un largo viaje y prometió a los religiosos traerles un obsequio a cambio de sus oraciones para que la suerte lo acompañase. Realizó su periplo con toda felicidad pero, ya de vuelta, en mitad del océano, recordó de pronto que se había olvidado por completo del regalo prometido, cuando ya era tarde para volver velas. Hete aquí, sin embargo, que en aquel mismo momento el vigía anunció la presencia de un cuerpo flotando sobre las olas. Acercaron el navío y recogieron al náufrago, que resultó ser un Cristo crucificado tan real que podría habérsele tomado por un ser viviente. "



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