Los años intoxicados (fragmento), de Las cosas que perdimos en el fuego "El presidente había tenido que entregar el mando antes del final de su período y a nadie le gustaba demasiado el nuevo aunque había ganado las elecciones por una mayoría impresionante. La resignación apestaba en el aire y en las bocas torcidas de la gente amargada y de los padres quejosos, a quienes despreciábamos más que nunca. Pero el nuevo presidente había prometido que el teléfono no iba a tardar años en llegar una vez que se hacía el pedido: la empresa de comunicaciones era tan ineficiente que algunos de nuestros vecinos esperaban el aparato desde hacía una década y a veces, cuando llegaban los técnicos y lo instalaban, había fiestas espontáneas. Nunca avisaban cuándo iban a venir. Nosotras teníamos teléfono, todas, de pura suerte, y pasábamos horas hablando hasta que nuestros padres nos cortaban gritando. Paula decidió, en una de esas conversaciones por teléfono, una tarde de domingo, que teníamos que empezar a ir a Buenos Aires, que podíamos mentir y decir que salíamos de noche en nuestra ciudad, pero en realidad nos tomaríamos el ómnibus que salía los sábados temprano y pasaríamos la noche allá, y de madrugada ya otra vez a la estación y a la mañana en casa; nuestros padres nunca se enterarían. Nunca se enteraron. " epdlp.com |