Ernesto Che Guevara, Una leyenda del siglo (fragmento)Pierre Kalfon
Ernesto Che Guevara, Una leyenda del siglo (fragmento)

"El capitán de rangers Gary Prado no sale de su asombro. Al fondo de ese barranco perdido en el sur de Bolivia, sobre aquel montón de piedras cubiertas por las zarzas está el guerrillero más buscado del continente, el más temido, el que hizo poner el país en estado de sitio. Dos soldados están apuntándole.
Se lo ve agotado. Su ropa verde olivo ya no tiene color. Está sucia, embarrada, andrajosa; una pobre chaqueta azul con capucha se abre sobre una camisa hecha jirones a la que sólo le queda un botón. Tiene el aspecto de un bandido. Un altímetro pende de su cuello. Rezuma un fuerte olor, una mezcla acre de tabaco y sudor. Barba, bigote, melena polvorienta y enmarañada le devoran parte del rostro. Pero bajo la gorra de un verde broncíneo, los ojos siguen brillando. “Su mirada era impresionante”, anota Gary Prado que, de momento, finge no dar importancia a la espectacular revelación.
Son aproximadamente las tres de la tarde de aquel domingo 8 de octubre de 1967. Amanecía apenas cuando un campesino corrió al pueblo de La Higuera para alertar al ejército. La mañana era muy helada. Pero ahora el sol calienta y, a mil quinientos metros de altura, el cielo está límpido. A lo lejos, en el cañón todavía resuenan disparos. La escaramuza de la Quebrada del Churo se inició ya desde hace cuatro horas. Encarnizada.
En el tiroteo, tres balas alcanzaron a Guevara sin herirlo realmente. Una agujereó su gorra, otra dejó inutilizable el cañón del fusil en el que se apoya. La tercera penetró en la parte baja de la pantorrilla derecha. No lleva zapatos. Sus pies están envueltos en trapos de cuero burdamente cosidos a mano. Un hilillo de sangre corre por su tobillo. "



El Poder de la Palabra
epdlp.com