Lucía Miranda (fragmento)Eduarda Mansilla
Lucía Miranda (fragmento)

"Los buenos y sencillos esposos, con esa fe viva que se encuentra tan sólo en las naturalezas incultas, fueron juntos á dar gracias á la Madonna, sin olvidar un hermoso ramillete de rosas blancas, que el mismo Matteo puso en el nicho de la endita Signora.
Muy pronto se esparció por la isla, la noticia de aquel milagro, muy especialmente cuando vieron al viejo Matteo, que parecía rejuvenecido de diez años, montar en su barca, cantando alegremente su canción favorita, acompañada de la continua interrupción: un bambino, un bambino; y el viejo pescador remaba con una fuerza que parecía exponer la barquilla á zozobrar.
Una noche de tormenta, que los esposos dormían tranquilamente, á pesar del viento que amenazaba la fragilidad de la casucha y del agua que caía á torrentes, Marta despertó sobresaltada, diciendo á su marido: «Matteo, Matteo, es necesario vayas á la villa á traerme una rosa blanca, que ha abierto esta misma tarde y que el viento y la lluvia van á deshojar sin piedad.» El pescador, que quería muchísimo á su mujer, viendo que se trataba nada menos que de las benditas rosas, que tanto habían hecho por ellos, se vestía apresuradamente diciendo: «Voy al punto, mi pobre Marta á traerte la rosa.»
En los momentos en que el buen hombre se preparaba á salir y abría la puerta de la cabaña, una ráfaga de viento y de lluvia, que azotó su cara, le hizo notar el tremendo temporal; entonces, volviéndose á Marta, que habia vuelto á quedarse dormida, dijo, viendo el sueño tranquilo de su mujer: «Estaba soñando con sus rosas, ¡pobres rosas! mañana no habrá ni una sola en su tallo!»
El día siguiente amaneció sereno y despejado; los esposos se ocuparon como tenían de costumbre, Marta arreglando la cabaña y cosiendo el pequeño ajuar que para su hijo preparaba, y Matteo salió en su barca á hacer su provisión de pescado. Cuando al caer la tarde, el esposo volvió á la cabaña, encontró á Marta con una criaturita en los brazos, rodeada de algunas mujeres de pescadores de los alrededores.
«Es necesario que te conformes con lo que la Madonna nos concede,» le dijo su mujer, «es una niña, en lugar del niño que pedimos; bien lo sentía yo anoche, al ver la pobre rosa deshojada; ¡pero mira qué hermosa es!» Lleno de júbilo, Matteo, estrechaba entre sus brazos á la madre y á la hija, y llorando decía: «Bendita niña ¡qué hermosa es! Que me conforme, ¡vaya! como que me alegro tantísimo de que sea una niña. Ya veréis, amigos, qué guapa será y qué fiesta haremos para la boda. Apuesto a que más de un galán... ¡Pero así no más mi bella rosa no concede sus favores!» Marta viendo la alegría de su marido, confesó á sus amigas que, ella, por su parte, también se alegraba mucho de que fuese una niña, pues de ese modo la llamarían como su Patrona, María de las Rosas. "



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