El sueño de una noche de invierno (fragmento), de Páginas de un descontentoMaksim Gorki
El sueño de una noche de invierno (fragmento), de Páginas de un descontento

"Terminé la última cuartilla de un cuento de invierno, sombrío y lúgubre, como los días breves, tristes de entonces. Dejé la pluma y me puse a pasear la habitación.
Era ya noche cerrada.
Fuera se presentía una tempestad.
Sentía en torno mío voces extrañas, rumores imprecisos, algo como bisbiseos y suspiros que entraban desde la calle en mi cuarto, medio en sombra.
El invierno arrojaba la nieve contra los muros y la capa blanca pasaba, lenta, espesa, cayendo interminable detrás de los cristales… Parecía que nevaba dentro de mí, enfriando mi alma.
A través de la vidriera miré a la calle.
Nadie. Estaba desierta.
De vez en vez, alguna ráfaga levantaba la nieve muerta sobre la calzada y volaban copos blancos, ligeros y frágiles.
Muy cerca de mi ventana había un farol. Su llama luchaba temblorosa, indecisa, contra el viento.
A breves pausas, el surco de luz vacilante, movediza, tenía en la oscura frialdad del aire la precisión de una espada.
Los copos de nieve caían mansamente, irisándose de multicolores centelleos al atravesar la banda luminosa.
Y yo, invadido de una profunda, de una inexplicable y honda tristeza, me desnudé, me acosté y apagué la luz.
Reinó la oscuridad en mi cuarto. Los sonidos se hicieron más distintos, más firmes y claros. El cuadro claro de la ventana proyectó sobre mí una gran mancha blanquecina.
Se oía monótono el reloj que contaba los segundos.
A veces ahogaba el rumor de la nieve su tic-tac impasible; pero luego volvían a oírse los pasos rítmicos del tiempo en busca de la eternidad. Era un tic-tac seco, penetrante, que se hada dueño de mí, que entraba en mi cerebro.
Recordé las últimas cuartillas que había escrito. ¿Qué fin me había propuesto al escribirlas, valdrían de algo, tendrían algún valor?
Era un cuento sencillo y vulgar. Un episodio de dos pobres: un anciano ciego y su mujer, llenos de miseria y de bondad, olvidados de la vida, tímidos.
Una madrugada, la víspera de Navidad, dejaron su aldea y mendigaron por los caseríos cercanos para comprarse un poco de alegría y saborearla, jubilosos, en la fecha memorable.
Arrullados por la esperanza recorrieron todo el contorno, confiados en que a la hora de vísperas estarían de vuelta en su casa, repletos los bolsillos de presentes hechos en nombre del Señor. "



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