Rupertine (fragmento)Philipp Mainländer
Rupertine (fragmento)

"La carta me llena de profunda tristeza; en aquel momento quise apartarte del camino de la muerte, y ahora te he separado del camino que conduce hacia la más alta felicidad del corazón. ¡Yo soy el único obstáculo que se alza entre vosotros! No soy yo, como cree Otto, quien puede decidir, sino que eres tú la que debes hablar. ¡Y está dicho! Sé, ciertamente, que le amas con la misma intensidad y pasión que antes, y que nuestro matrimonio es pura apariencia. Está en juego tu felicidad; e incluso, aunque tú me pudieses amar como le amas a él, no le encontrarías en mí; no hallarías en mí su amor apasionadamente juvenil, impetuoso y salvaje; no encontrarías, en suma, a tu Otto. Y yo no te puedo ofrecer como sustitutivo otro amor. ¡Si tu corazón ha de amar, debe amar como él! Sí, Rupa, fue una bella imagen de mi vida lo que
entreví en mi espíritu: una vida espiritual en común contigo; nuestra existencia iluminada por la alegre participación del uno en el otro, una viva comunicación y estímulo mutuo, sin impedimentos, y sin verse enturbiada por pasiones ni excitaciones. ¡Yo me imaginaba viviendo contigo, como un hermano! Pero todo esto ha sido una simple imagen; y puedo renunciar, he de renunciar, para que tú alcances una felicidad, que preste a tu vida un contenido completamente distinto al que yo te puedo ofrecer. Este matrimonio era sólo una representación, y ha de desvanecerse ante la verdad de tu amor.
Y aquello a lo que ahora puedo renunciar, más tarde no podría. ¡Eres libre, Rupa, y tú misma no puedes decidir de otra manera! Rupertine había escuchado sus palabras con creciente excitación. Este hombre, con su noble ánimo y la clara y profunda comprensión de su propio ser, crecía ante ella alzándose hasta una altura digna de reverencia, sagrada. No; también ella quería ser digna de tal hombre; debía ser fiel a su amor, para aportarle la felicidad que él había imaginado, y no podía verse afligido por segunda por causa de su pasión. Por un instante, se vio a sí misma como una heroína, dotada de la fuerza suficiente como para renunciar a su amor y hacerle feliz con su puro corazón. Y así, le pasó su carta, sin decir palabra. "



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