Guayacanal (fragmento)William Ospina
Guayacanal (fragmento)

"Esos también fueron los lazos con que se hicieron estos pueblos, en el reparto de la concesión entre millares de colonos hermanados por el éxodo, que llegaban a las montañas centrales. Pero a Benedicto y a Rafaela no les había tocado al llegar aquel reparto. La tierra prometida ya estaba en otras manos, y nadie iba a iniciar una nueva guerra por la mitad del territorio que todavía defendían la concesión y sus secuaces. Los dueños grandes se apresuraron a disponer de las minas y a celebrar alianzas con empresarios ingleses que todavía venían cobrando en Ucencias los empréstitos de la Independencia. Porque los negociadores Zea, Arrubla, Montoya y Hurtado habían pignorado los yacimientos auríferos de Supía, de Marmato, de Zaragoza y de Remedios, y vinieron los peritos ingleses Walker, Thompson y Moore, que sabían de geología, de mineralogía, de hidráulica, que traían sismógrafos y ruedas Pelton, y sabían arrancar a los suelos el oro y la plata y el platino, y crearon nuevas empresas para socavar las montañas de un modo más visible, evitando que los colonos produjeran nuevos hechos de fuerza.
Unos colonos habían avanzado por la cresta de la montaña desde Sonsón: fundaron Aguadas y Salamina, repoblaron Pácora, y hablaron con la empresa González Salazar y Compañía, que había heredado los títulos de Juan de Dios Aranzazu, cuando el dueño del mundo murió después de ser presidente de la república, para que permitiera las fundaciones porque eso valorizaba sus propiedades. Así fundaron Aranzazu y Neira y Manizales.
Los colonos de Fermín López se fueron por el filo mirando al río Cauca, desde Filadelfia y Chinchiná hasta las ruinas de Cartago Viejo. Solo querían encontrar una comarca que estuviera fuera de la concesión, salir por fin del país de los Aranzazu. Intentaron revivir esa vieja fundación junto al Otún, pero les pareció más conveniente remontar la sierra y fundaron una villa el día de santa Rosa, que se convirtió en el punto de encuentro entre el camino de Antioquia, por donde bajaban los frutos de la tierra, y el camino del Valle, por donde subían los comerciantes de cerdos, mulas y ganado vacuno de la llanura. Nadie los alentó tanto como el gobernador Cabal, de Buga, por eso la llamaron Santa Rosa de Cabal, y el gobierno terminó concediéndoles más fanegadas que a cualquiera de las fundaciones de aquel tiempo.
Lo más extraño era esa orilla del Otún donde siempre fundaban y de donde siempre se iban. Es como si alguien presintiera y luego olvidara que en el futuro se alzaría allí la mayor ciudad de esas regiones. Allí nació Cartago en tiempos de Robledo, pero después la trasladaron al Valle, a orillas del río La Vieja. Y en las casas abandonadas pasaban la noche los fugitivos y los contrabandistas. Fue Cartago de nuevo, pero lo abandonaron para fundar Santa Rosa. Hasta que al fin Francisco Pereira les dio a los colonos terreno suficiente para hacer una villa y ellos le dieron al pueblo su nombre. Nadie sabía que iba a crecer tanto, pero estaba sembrada en el corazón de la región cafetera, y cuando más tarde la violencia cayó sobre los cafetales, recibió por millares a los desterrados. "



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