A pie por Galicia (fragmento)Josep Maria Espinàs
A pie por Galicia (fragmento)

"La Casa de Cultura ya está abierta. La observo desde fuera, es probablemente el edificio más bonito de Chantada, el que tiene más calidad y mayor carácter. La casa se construyó a mediados del siglo XVI, en un solar que había en un extremo de la calle Principal, pero hoy tiene su entrada por una fachada, reconstruida, que da a una plaza. Con el tiempo, la casa original se fue ampliando con la incorporación de otras casas adyacentes, y el conjunto fue transformado y unificado en una sola fachada, la que hoy es menos visible, en la estrecha calle Principal. A partir de 1782, cuando la dueña contrajo matrimonio con Vicente Felipe Lemos, el pueblo la bautizó como la Casa de Lemos. No obstante, y de acuerdo con la función que hoy tiene y el rótulo que hay en la fachada de la plaza, a mí me han enviado a la Casa de Cultura.
Entro y me encuentro en un espacio amplio, bien iluminado, netamente rediseñado para recibir visitantes. En este ámbito moderno en el interior de un casal antiguo, nos recibe una chica, Margarita, y parece claro que no es una mecánica repartidora de folletos. Ignoro si es la directora de la Casa de Cultura o de lo que podríamos llamar la oficina de Turismo, pero su categoría personal y su interés son evidentes. Le preguntamos qué nos recomienda ver, en Chantada. Nos habla de la calle porticada, de la cual venimos. De la feria del ganado, sobre todo de vacas y cerdos, en la plaza del Cantón, donde el mercado es muy animado, con campesinos, gallinas, cestos… A Isabel se le ilumina la mirada. Margarita se ve obligada a precisar: Eso ocurre dos veces al mes, los días 5 y 21. Isabel se lamenta: siempre llegamos demasiado pronto o demasiado tarde, a las fiestas.
Con Margarita se ha creado una relación de confianza, supongo que por ello le damos a entender que Chantada nos ha parecido bastante abandonado, lo que nos ha sorprendido. Dice que sí, que han dejado decaer muchas cosas… En efecto, le tomo la palabra, impresión de decadencia. Fachadas que han envejecido mal, necesidad de limpiar, de reconstruir… «Si hubiesen ayudado antes…», manifiesta Margarita. De acuerdo, pero no se trata únicamente de subvencionar alguna obra, me arriesgo a decir que lo que me sorprende son las muestras de desidia privada, de renuncia al mantenimiento de las persianas, de los rótulos de las tiendas… Margarita reconoce que ya no es lo de antes. Por suerte, todavía queda la vida del comercio en la calle de los soportales, seguramente habremos pasado por allí. Quizá para que yo no pregunte a qué comercio se refiere, Isabel comenta que al final de esa calle hemos encontrado a un artesano, un hojalatero, Pejerto. "



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