La novela femenina contemporánea (1970-1985) (fragmento)Birutė Ciplijauskaitė
La novela femenina contemporánea (1970-1985) (fragmento)

"Escrita en primera persona, desde el lecho del Emperador moribundo se filtra a través de la conciencia de éste como un examen casi existencialista del conjunto, una justificación de su visión personal del Imperio, una glorificación de su amor a Antínoo, y una defensa del derecho a una vida privada. El hombre importa aquí más que el emperador, aunque nunca se disocie a los dos. Es precisamente «la vida secreta de una gran figura pública» lo que fascina a la autora. En esta novela Yourcenar cumple con lo que Käe Hamburger señala como el criterio más saliente para diferenciar a un personaje histórico novelado de la figura oficial que presentan los libros de historia: dota a Adriano de una intimidad única, se fija en su sensibilidad que le permite percibir subjetivamente el mundo que le rodea, regodearse con un detalle sin importancia para la vida pública (p.e., saborear una fruta con todos sus sentidos, reflexionando sobre ello a la vez). Se insiste repetidamente en que no es la acción sola lo que constituye la vida de un hombre.
(...)
Por esto se escogen los momentos y aspectos más universales, que le acercan al hombre contemporáneo. Yourcenar no comete el error que Nietzsche reprochaba a algunos historiadores de su tiempo: proceder como un anticuario que ficha y clasifica. Lo que le interesa es «tâcher de rendre leur mobilité, leur souplesse vivante, à ces visages de pierre». Según ella, la única novela histórica posible en nuestro tiempo es aquella que toma posesión del mundo interior.
La forma autobiográfica no es lo se le ocurre primero para esta novela. Fiel a las teorías de la relatividad, deseosa de presentar la figura desde una perspectiva múltiple,  experimenta primero con la novela dialogada, la cual, sin embargo, no le permite llegar a la verdadera intimidad del personaje. Una narración en primera persona tiene otra ventaja, además de parecer más íntima: impide que el autor sobreañada su propia voz al relato. La escritura confesional debe servir al protagonista «pour me définir, me juger peut-être, ou tout au moins pour me mieux connaître avant de mourir». "



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