Memorias de un sargento de milicias (fragmento)Manuel António de Almeida
Memorias de un sargento de milicias (fragmento)

"Desde el día en que Leonardo había hecho su declaración de amor, un notable cambio comenzó a operarse en Luisita, a cada momento se volvía más sensible la diferencia de su físico como de su moral. Sus contornos comenzaban a redondearse; sus brazos, hasta ese momento finos y siempre caídos, se hacían más llenos y más ágiles; sus mejillas delgadas y pálidas, se llenaban y tomaban ese color que suele tener el rostro de la mujer en cierta época de la vida; la cabeza, que habitualmente llevaba baja, ahora se erguía graciosamente; los ojos, hasta ahora mortecinos, comenzaban a despedir destellos brillantes; hablaba, se movía, se agitaba. 
El orden de sus ideas también se alteraba; su mundo interior, hasta entonces limitado, estrecho, oscuro, despoblado, empezaba a ampliar sus horizontes, a iluminarse, a poblarse de millones de imágenes, ora amenas, ora melancólicas, pero siempre bellas.
Hasta entonces indiferente en torno a lo que pasaba en torno suyo, ahora parecía participar de la vida, de todo lo que la rodeaba; pasaba horas enteras contemplando el cielo, como si recién ahora hubiese descubierto que era azul y bello, que el sol lo iluminaba de día, que se recamaba de estrellas a la noche.
Todo esto daba como resultado, en lo que atañe a nuestro amigo Leonardo, un considerable aumento del amor; además fue el primero en darse cuenta de aquellos cambios en Luisita. Sin embargo, a pesar de crecer su amor, no por eso le nacían más esperanzas. "



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